20.6.13

Cristianismo y civilización occidental

Tienen más razón que un santo los que argumentan que sin el cristianismo no se puede explicar la civilización occidental y mucho menos la española.  Este axioma está siendo utilizado para justificar el futuro auge de la asignatura de Religión Católica en la LOMCE, última de una larga letanía legislativa que empezó allá por el año setenta (por no ir más atrás).

Lo que sucede es que para explicar la cultura española y occidental también hay que conocer a fondo otros sustratos culturales y religiosos.  A saber: el paganismo romano que dominó el imaginario religioso hispano durante unos cuantos siglos, sustituyendo parcial o totalmente a las anteriores creencias celtas, iberas, fenicias y griegas; el judaísmo, que está presente en estas tierras desde antes de la llegada del cristianismo y que, por medio de los conversos, en cierto modo explica aspectos de la cultura española de los siglos XVI y XVII; el islam, religión muy extendida durante cinco, seis o siete siglos (depende de la zona) por toda la península que luego acabó llamándose Portugal, Andorra, España y Gibraltar (depende de la historia); el protestantismo, de corto recorrido en la España de Felipe II, pero que generó grupúsculos de valientes que sucumbieron a los autos de fe; las ideas ilustradas racionalistas, agnósticas, teístas y/o ateas, que alentaron las constituciones y revoluciones de los dos últimos siglos; el fascismo que, aunque breve y superficialmente, animó diversos movimientos políticos del siglo XX; el comunismo, el socialismo y el anarquismo, que movilizaron (y siguen haciéndolo) a (gran) parte de la población española, et caetera.

De modo que, puestos a explicar, faltan por explicar muchas cosas. Además, muchos sospechan (algunos profesores de religión incluidos) que la asignatura de marras no se ha utilizado ni se va a utilizar para "explicar" catedrales, cantos gregorianos y demás rasgos "culturales".

Somos lo que somos debido a un ingente cúmulo de condicionantes geográficos, raciales, religiosos e ideológicos.  Resaltar (¿privilegiar?) uno de estos condicionantes resulta, cuando menos, tendencioso, reduccionista diría, si no fuera por lo pedante que suena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo. Me gustaría que se diera marcha atrás en eso. Es un atraso