22.8.11

Revista Acueducto

Los amigos de la escuela Adelante de Osaka ya han publicado el último número de la revista Acueducto. Si entran aquí http://www.acueducto.jp/acueducto6.pdf , algunos de los lectores y lectoras de Monte Coronado reconocerán a algunas personas en las páginas 6, 7 y 10.

16.8.11

Quemar la muerte


Hoy es el día de los difuntos en Japón al que llama O-bon. Este año, por razones evidentes, es una celebración especial. Pese a todo no es una fiesta triste, sino que se entiende como un reencuentro con los antepasados, que se dice que vuelven al mundo de los vivos en estas fechas. Para eso se hacen fiestas y bailes y se procura estar alegre, para que los muertos no se entristezcan en su regreso. En Kioto se celebra el O-bon de una forma peculiar. En algunas de las montañas que rodean la ciudad se queman las tablillas con oraciones que se colocan en las tumbas. Con estas hogueras se hacen unos dibujos de toriis y de kanjis. Son cinco en total, pero desde nuestro punto de vista solo podemos ver tres (dos kanjis que significan "grande" y un torii). Ha habido alguna polémica que no hemos entendido del todo en televisión, con algo referente al cesio radiactivo en las maderas...
He ido a comprar al supermercado y al volver con la bicicleta cargada he notado mucho ruido de gente y he visto a demasiadas personas haciendo cola para subir en el ascensor. Al llegar arriba me encuentro a mucha gente en la galería de el bloque. Han venido de todas las plantas y, sospecho, de las pequeñas casas que nos rodean. Ahí van unas fotos.











13.8.11

El cristianismo en Japón


Ahora que en medio del verano corren vientos evangélicos viene al cuento recordar la aventura del cristianismo en Japón.
Primero llegó Francisco Javier en 1549 a la cabeza de los jesuitas. La cosa no les fue mal en lo socio-político. Se dio cuenta de que los japoneses no eran unos salvajes: "La gente con la que hemos conversado es la mejor que hasta ahora hemos descubierto, y me parece que no hay nación pagana superior a la japonesa. Es una raza de modales exquisitos, generalmente bondadosa y carente de malicia, un pueblo con el sentido del honor extraordinario para el que no hay nada más importante que conservarlo".
Después de un siglo de guerras internas, Oda Nobunaga estaba intentando unificar el país, por lo que se tenía que enfrentar por una lado a los señores feudales y por otro, a las potentes sectas budistas que tenían latifundios y, en algunos casos, ejércitos. Así que decidió admitir y fomentar el cristianismo. En Kioto llegó a haber doscientas capillas y en 1580 se contaban unos 150 000 cristianos en el país. Para gran parte del pueblo japonés, el cristianismo parecía otra secta budista más de las que habían llegado de Occidente: tenía sus rezos en una lengua incomprensible (latín, sánscrito, chino...), sus rosarios, sus velas, sus imágenes adorables y sus monjes con el pelo rapado total (budistas) o parcialmente (cristianos). Pero aparecieron dos impedimentos teológicos. El primero lo levantaron los monjes budistas. Estaban dispuestos a compartir el pastel de los creyentes, si así lo exigía el todopoderoso Nobunaga, con una secta que hablaba de un único Dios y de piedad con los pobres y los menesterosos, pero tragarse toda esa mitología cristiana de una virgen que parió al hijo de un Dios en un corral y que ese Hijo muriera ejecutado por los rudos y politeístas romanos y que luego resucitara y que un seguidor incrédulo le metiera los dedos en la herida, etc. por ahí ya no pasaban. Les parecieron historias macabras de viejas chochas. El pueblo sí estaba dispuesto a tragarse la última cena, el sepulcro vacío y lo de la paloma inseminadora, pero no entendía que sus antepasados estuvieran en el infierno eternamente por no haber conocido el cristianismo.
A pesar de todo, la evangelización prosperó, sobre todo en ciertas zonas. Llegó a traducirse el catecismo y no sin cierta gracia. Parece que Poncio Pilatos se desdobló en dos personajes, Ponsha y Piroto, la virgen María era Maruya, una doncella filipina de doce años, y el anuncio de la traición de Judas fue en esto términos: "El que come cada mañana el arroz con sopa me traicionará".
Pero todo se torció cuando llegó a manos del shogun Hydeyoshi un mapa que portaban los náufragos del galeón San Felipe. Se escamó al ver una sospechosa línea que dividía verticalmente el mundo entre España y Portugal (tratado de Tordesillas). Supuso, no sin razón quizá, que el cristianismo era la avanzadilla ideológica del colonialismo. Así que decidió prohibir la religión ibérica. Prefirió lidiar con los conocidos gerifaltes del monde Hiei, con los místicos zen y con los seguidores de la Tierra Pura o de Nichiren, que con los amables sevidores del Papa y Felipe II. Se persiguió y masacró a los misioneros y a una gran parte de la población nativa, para lo que contó con la inestimable colaboración de la armada holandesa, que bombardeó gustosamente a los súbditos de un majestad imperial de Shimabara, que habían abrazado el pestilente catolicismo español. Para demostrar la fidelidad al shogun y al país se obligaba a todos los japoneses a pisar una imagen de la virgen María para poder obtener un certificado de no-cristiano. ¡Cómo nos suena a los españoles esta ultraortodoxia endogámica! Quiten kakure kirishitan (cristianos ocultos) y pongan cristiano nuevo o judeoconverso y no les digo más.
Y así pasaron los doscientos años de aislamiento Tokogawa, hasta que el en siglo XIX la presión resultó insoportable y se concedió la libertad religiosa. Dicen que uno de aquellos cristianos ocultos de los alrededores de Nagasaki se presentó ante un cura francés ya en 1865 preguntando: "¿Dónde está la sagrada imagen de Santa María?".
Hoy en día los cristianos son un 1% de la población de Japón pero algunos de ellos han tenido gran influencia cultural y política, como Nijima Jo, fundador de la Universidad Doshisha de Kioto o Nanbara Shigeru, líder de la reforma educativa.
Ahora bien, las bodas pseudocristianas proliferan por el país. Los curas ponen el cepillo y se tapan la nariz teológica. Ellas se visten de blanco y ya todo es más moderno y glamouroso, más in, aunque estén out.

11.8.11

Tres detalles de Kioto


1.- En la ciudad en la que se hacen las consolas Nintendo los niños se vuelven locos por bajar a la calle y cazar escarabajos con redes. Acabo de pasar con la bici junto a unos cinco que estaban trepando por un árbol a la búsqueda del coleóptero en 3D.

2.- A casi cualquier hora en cualquier línea de metro te puedes encontrar niños y niñas de hasta ocho o nueve años que van y viene del colegio. También circulan por las calles rumbo a sus casas o a sus clases particulares. Resulta más sorprendente si se tiene en cuenta que ésta es una ciudad de millón y medio de habitantes, que forma parte de un área metropolitana enorme, que abarca Osaka, con dos millones seiscientos mil habitantes y otras muchas ciudades y pueblos.

3.- Acabo de oír por la ventana un sonido extraño con el que me voy familiarizando. Se oyen unos golpes secos de maderas chocando, primero dos seguidos y luego uno solo, luego un silencio y vuelve el mismo ritmo. Hace un par de noches pude comprobar al volver de la compra lo que ya me habían contado. Un vecino o vecina sale cada tarde. Justo al anochecer a hacer ese ruido por las calles del barrio con unas tablas parecidas a las claves que se utilizan en la música caribeña. El objetivo es recordar a la gente que tenga cuidado y apague los fuegos para evitar incendios. Supongo que es una costumbre testimonial, pero dice mucho del concepto de ciudadanía y vecindario que tienen (¿todavía, ya?) estas gentes.

10.8.11

La escondida senda


¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
(Fray Luis de León)

Aunque aquel profesor de la universidad de Salamanca dijera lo contrario, muchos han sido desde tiempos inmemoriales los que han abandonado el éxito, la gloria, el dinero y la fama para retirarse a lugares apartados en busca de la verdad. Ahí va una pequeña y apresurada lista.
-El mismísimo Satán, que se rebeló contra la gloria divina y cayó, aunque no calló.
-Moisés, que montó una ONG sionista y dejó su cargo en el palacio del faraón para llevar a su raza por el desierto hasta la Tierra Prometida (por Dios).
-Buda, que abandonó el sensual palacio de Kapilavatthu en busca de la iluminación.
-Carlos V, que se retiró a Yuste a beber cerveza y dejó a su hijo Felipe para que llevara el negocio de 24h.
La nómina puede ampliarse con cantantes como Marisol, escritores como Salinger, poetas como Basho o pintores como Bansky.
Las vacaciones de verano vienen a ser una versión de bolsillo de ese retiro radical que practicaron lo sabios. Uno coge un tren y se va por la vieja Europa a buscar sus raíces entre la hojarasca de las postales. Otros se embarcan y enfilan la proa hacia una Ítaca que no existe. Otros pillan un avión y van hacia donde sale el sol, pero el sol siempre sale más allá, ya casi por poniente.
Lo malo de estos retiros estacionales es que son masivos y los aeropuertos y carreteras se colapsan de los demasiados "sabios", que huyen y tropiezan entre sí, y pierden el norte y las maletas. Hasta que llega un momento en que es mejor retirarse al lugar del que te estabas retirando.
Pues en medio de "la gran evasión" de este verano nos sorprende un verdadero asceta, alguien que ha apostado sinceramente por dejar una carrera con futuro y dedicarse a la busca de la verdad, sea eso lo que sea y exista o no exista. La sorpresa es mayor cuando sabemos que esa persona es joven (lo jóvenes suelen albergar una giba de esperanza que les permite cruzar el desierto de la madurez) y futbolista. El futbolista prototípico es un muchacho que firma autógrafos, posa para las fotos de los móviles, baja y sube de autobuses bombardeados por flashes y recibe el beneplácito, la ovación y el dinero de toda la sociedad, sobre todo cuando gana.
Javi Poves dice que no quiere coches regalados ni negocios ocultos en las duchas de los vestuarios. Él quería jugar al fútbol, no vender su alma por internet. Habrá que buscarlo a la salida de la facultad donde va a estudiar Historia y hacerse una foto con él, para colgarla en la corcho de nuestra habitación. O hacerse una camiseta con su nombre y el número áureo, por poner un ejemplo inconformista e indefinido.

7.8.11

Unas fotillos callejeras

Hamburguesería en el centro comercial Porta, frente a la estación central de Kioto.
Sí, he escrito hamburguesería.

Carta de bebidas de un restaurante en Karasuma-oike.

Autorretrato en el metro.

Edificio de Karasuma-oike.

Torre de Kioto, desde la explanada de la estación.

Resulta que de nuevo es el Tanabata o fiesta de las estrellas Vega y Altair. La muchacha que está sentada hablando con la niña me explicó (in english of course) que ahora es la fiesta según el antiguo calendario lunar. Luego se prestó a hacerme una foto y a ayudarme a colgar una petición en las perchas que se ven.




5.8.11

6-8-1945 / 2011


He leído por ahí que a los japoneses no les gusta que los extranjeros hablemos sobre sus problemas y sus desgracias. Sintiéndolo mucho y dado que es la segunda vez que estoy en Japón el 6 de agosto, no puedo dejar pasar sin recordar lo que pasó hace 66 años, tal día como hoy en Hiroshima. Ya colgué en su momento un vídeo de la visita a aquella ciudad, pero no comenté casi nada por escrito. Este año la efeméride tiene un significado distinto. En la televisión ya ha comenzado la información sobre el tema. Ha habido un pequeño reportaje en el que han hablado varias "hibakusha" (víctimas de la bomba atómica) y, superpuestas a sus palabras, ha ido apareciendo imágenes de las ya inexistentes ciudades que fueron arrasadas por el tsunami hace unos meses. La similitud entre aquellas fotos en blanco y negro y estas secuencias en HD evidencia que lo que ha pasado en 2011 ha sido igual o peor que lo del 45. Y para culminar la coincidencia, la radioactividad y la paronomasia Hiroshima-Fukushima. Dicen que el alcalde de Hiroshima va a dar un discurso crítico con la energía nuclear. Esperemos que todo esto conduzca a que Japón vuelque toda su capacidad tecnológica en las energías renovables y haga realidad aquel adagio que dice: "En el problema se esconde la llave de un tesoro".

3.8.11

Libro recomendado (hasta cierto punto)

Zen y filosofía, Shizuteru Ueda

Absténganse de leer este libro las siguientes personas:
-las que estén de vacaciones (en el amplio y popular sentido de la palabra).
-los/las místicos tántricos newageros y/o hippioides que lo mismo van a Stonehenge que al gimnasio ayurvédico.
Se trata de una reflexión densa y profunda sobre el zen, sobre el místico medieval alemán Eckhart y sobre el filósofo zen Nishida Kitaro. Ahí es nada. Devanamiento de sesos a toda pastilla. La parte de Eckhart, llena de palabros alemanes es especialmente... alemana. En cambio, la dedicada a la práctica y teoría del zen es muy interesante, así como el estudio sobre Nishida, que intentó titánicamente ensamblar las tradiciones orientales y occidentales. Una cita que resume bastante bien la idea central del autor sobre el zen:
"...siento que el zen asume todo lo que el hombre puede hacer o ser --asume la deshumanización y la "rehumanización", asume la crisis y la liberación, asume todo lo imposible, todo lo posible y todo lo que está más allá de la posibilidad-- asume todas esas cosas, las lleva a su punto extremo y exclama: "¡Mira esas cosas!". En mi opinión el zen es algo indescriptiblemente aterrador e indescriptiblemente fascinante, tal como aterradora y fascinante es la vida misma".
Para complementar la lectura esta mañana he cogido el metro hasta Karasuma-oike y luego hasta Imadegawa y me he ido al templo donde el autor estudió zen hace cuarenta años, Shokoku-ji, a las espaldas del palacio imperial. Había una exposición de Ukiyo-e con grabados de Hiroshige y Hokusai entre otros, provenientes de un préstamo de un museo de Hamburgo, pero esa pintura poco tiene que ver con el esencialismo zen. Aquí van unas fotos del templo:




2.8.11

Fotos de Kioto

Vaya novedad en este blog, pero qué se le va a hacer. El que quiera ver fotos de la Antártida, de Roma o de gatos dando saltos en el vacío, que las busque en Google.

Mini-salchichón que venden en los supermercados por 40 yenes,
algo así como 20 céntimos de euro.

Publicidad en el metro.


Nihilismo inmobiliario.


Templo Hoganshi, de la secta de la Tierra Pura.






Exposición de tapaderas electrónicas de inodoros en un centro comercial.


Cena en Karasuma-oike. Unos ejecutivos que tomaban unos sakes después del trabajo dejan las botellas sin terminar y la camarera les pone el nombre y las guarda para la próxima parranda.


Visita al museo de Kioto, con una colección buenísima de arte del siglo XX. En una de las plantas hay un jardín y una zona de descanso.


En una peluquería del centro, me paro y veo ese cartel un poco borroso (en la foto) de una conocida película española. Todos los peluqueros aman a Almodóvar.


1.8.11

Aclimatación

Una vez pasado casi un mes en esta tierras, empieza a manifestarse el fenómeno de aclimatación. No es que ya no me llamen la atención muchas cosas, es que resulta cansado apuntarlas y más aún contarlas. Además está la paciencia de todos ustedes, que no es infinita.
Paseo con mi bici por el barrio y otras partes más alejadas y en todos lados se manifiesta la cordialidad y el civismo de estas gentes. Algún fin de semana se oyen coches y motos estridentes, que desentonan totalmente con el resto del ambiente y que apagan el cada vez más cargante sonido de las chicharras, de las que hablaré en otra ocasión.
En paralelo a mi aclimatación avanza mi conocimiento del japonés, aún muy precario. Ya soy capaz de entender algunas (pocas) frases completas y también estoy en la fase en al que sé de qué están hablando las personas por la calle, en el metro o en la tele. Más lentamente evoluciona mi competencia lecto-escritora. Entre los dos silabarios y la ensalada de kanjis, pues la cosa está muy complicada.
También estoy ampliando mi conocimiento de la literatura japonesa y de la filosofía antifilosófica zen. He leído algunos libros al respecto y ya los comentaré.
Ahora les dejo, que tenemos alarmas generales de terremotos. Es otro síntoma de mi aclimatación, que puedo seguir escribiendo cuando la tele empieza a pitar y se cortan los telediarios para dar datos y alertas.