31.10.12

Sustos

El susto es el nombre que le dan los niños al miedo.  Hoy es un día de susto en una década de miedos.
Esta tarde llevo ya varios sustos, que han consistido en que han pegado diez o doce veces en el timbre en busca de caramelos.  Como no soy norteamericano y no entiendo muy bien la traducción pésima que se ha hecho del trick-or-treat (¿qué truco es tirar huevos a una casa?), pues no les abro.  De modo que he acabado por convertirme en una especie de gigante egoísta de Wilde.
Los lectores de este blog sabrán de sobra que no soy un gran defensor de los valores patrios. Antes al contrario, no faltan quienes me afeen mi conducta mordaz y crítica con el modus operandi y vivendi españoles. Estoy dispuesto a aceptar cualquier costumbre que considere acertada de cualquier país o civilización.  Ahora bien, de todas las posibles tradiciones que el mundo son, resulta especialmente sospechoso que la que con más fuerza se haya colado hasta la mismísima puerta de nuestras casas haya sido esta de las calabazas sonrientes y los esprays de telarañas.  Ni el orondo Papa Noel ha podido totalmente con nuestros ancestrales magos de Oriente.
Quizá se han dado dos circunstancias que ha favorecido esta infiltración.  La primera es la ausencia (o la decadencia) de las fiestas de difuntos en España: el pobre don Juan Tenorio ha quedado para las clases de literatura y las visitas a los cementerios son más bien un compromiso ritual higiénico.  La segunda es que ha infectado al sector de la población más débil ante los ataques publicitarios, la niñez.
No sé si esta fiesta ha venido para quedarse, pero creo que al menos hasta los próximos treinta o cuarenta años seguirá considerándose una tradición impuesta y/o impostada.  Entonces, cuando las niñas que veo ahora correr desde mi ventana, vestidas de brujas y vampiresas, tengan cuarenta años, ya hablaremos, si es que no hemos muerto de un susto, o de miedo.


Tengo la sospecha de que esta foto ha pasado por el Photoshop de alguien.

30.10.12

Vegetación de Hokkaido

Como continuación de la primera entrada sobre Hokkaido, ofrezco ahora una selección de flores y árboles.  Casi todos son de la península de Wakoto, que está en el lago Kusharo, y de la que hablaré quizá más adelante.  
Desconozco casi todos los nombres de las plantas, salvo alguna que comento. 
La belleza de los parajes queda demostrada por las fotos y apenas merece más comentario. 





Hoja de arce en proceso de cambio de coloración hacia el otoño.










29.10.12

Día del juego

He oído en la radio que hoy es el día sin juego.  Para los promotores de esta aburrida jornada, el juego tiene un connotación negativa.  Hablan de ludopatía, de afición excesiva al bingo, a las tragaperras, a las quinielas.  Lo entienden como un peligroso diálogo con el azar en el que se pierde, además del tiempo, el dinero, la hacienda y la familia.
Pero junto a esto hay una corriente de pensamiento que propone el juego como instrumento didáctico.  Esta es una de las ideas más antiguas del mundo, tanto que está reflejada en un tópico latino que reza "prodesse et delectare"y que proviene del Arte poética de Horacio.
Hace unos días entregaron a Shigeru Miyamoto el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por (y copio de la web de los premios) "ser el principal artífice de la revolución del videojuego didáctico, formativo y constructivo (...) por innovar con programas y formatos que ayudan a ejercitar la mente en sus múltiples facetas y resultan muy valiosos desde un punto de vista educativo".
Nuestra corresponsal en Kioto publicó junto con otras personas un libro titulado Actividades lúdicas para la clase de español, que doce años después sigue teniendo buenos índices de ventas.  Posteriormente un servidor, junto con ella y otras personas, escribió una serie de novelitas destinadas al mismo fin.
En esta casa siempre hemos pensado que la mejor (no digo que la única) manera de hacer llegar el  conocimiento es haciéndolo acompañar de una salsa comedida de la risa y la participación.
¿Cómo si no ha injertado Estados Unidos su imaginario en el resto del mundo? ¿Dando discursos y seminarios o presentando su visión de las cosas bajo el estelar aspecto de guapísimas actrices y divertidos muñequitos?

Nota: seguro que muchos leen esta entrada simplemente porque aparece Scartlett Johansson en ella.

28.10.12

Tiempo, geografía e historia

El tiempo es esa barca, ese autobús, ese coche, ese avión en el que vamos montados camino a nuestro futuro.  Ya sabemos que nunca va a velocidad constante y que hay reuniones que se hacen eternas y puentes que se pasan volando.  Hay días como hoy en los que el vehículo sufre un traqueteo, un frenazo esperado, pero cuestionable: muchos países no cambian de hora en primavera ni otoño (Japón es uno de ellos y a partir de ahora estamos separados ocho horas en lugar de siete).
En estos tiempos nuestros tan movidos, en los que tantas altas torres han caído y los políticos enfatizan su ya proverbial tendencia a la doblez y a la contradicción, resulta especialmente desagradable que se tambaleen las pocas cosas de las que estamos seguros.
Para rematar la zozobra, hace poco supe (y conmigo mucha gente que lo ignoraba) que la hora de España no es la que debería ser por su posición en el globo terráqueo.  Resulta que el meridiano cero, ese que lleva el nombre de una localidad inglesa, pasa por Valencia.  Es decir, que deberíamos estar en el huso horario de Inglaterra, en el de Portugal y, oh sorpresa, en el de Canarias.  Cuántas piscinas de saliva hubieran ahorrado los locutores de radio si se hubieran evitado la famosa coletilla de los partes y noticieros, "una-hora-menos-en-Canarias".
Pero lo más curioso es que esta acronía proviene de un capricho del generalísimo de todos los ejércitos, que quiso que España tuvieran la misma hora que el tercer Reich de su esporádico amigo Adolf Hitler.
La sombra del franquismo es alargada.

25.10.12

Y fuga

Ante la dicotomía adaptarse o fugarse, en España cunde la segunda opción.  Cada día que pasa tengo más familiares, amigos, exalumnos y conocidos residiendo más allá de las fronteras patrias.  Y no es falta de adaptabilidad, es imposibilidad.  La realidad se parece cada vez menos al deseo (que diría Cernuda)  y/o a las expectativas. Licenciados aplastando hamburguesas prefieren un billete a cualquier lado, aunque en un principio se encuentren frente a la misma plancha.  La diferencia radica en que, una vez apagada esta, las perspectivas son muchos más halagüeñas que por estos lares. Es la diáspora del talento, del que he escrito un pequeño artículo que pronto se publicará también en el exilio.
Y mientras tanto, otros talentos, de otro tipo, llegan a España, compran bares, tiendas, naves y pisos, venden perros kitsh, trabajan de sol a sol, ahorran, aprenden español y luego regresan (o no) a la sombra de la gran muralla, que los protege pero no les impide salir.
Parece como que nadie está donde tendría que estar o donde quisiera.  Es el eterno movimiento del que hablaban Heráclito y Buda y que tanto agrada a los zapateros y a los guardias de tráfico.

Foto que hice en un todoacién de Málaga hace unas semanas.

24.10.12

Mininoticia

Aquel artículo que escribí para una web de educación titulado "Las clases de Julio Calviño" ha pasado a formar parte de un libro que acaba de publicar la Delegación de Educación de Málaga, titulado Docentes que dejan huella
Como ya dije, es una mininoticia de una importancia elevadamente relativa.

Nota: Por cierto, José Miguel, ahí salimos los dos apoyados en la pared del Epicuro forever.


22.10.12

Auto y heterobombo

Gracias la gestión del compañero Jesús Relinque, la Delegación de Educación de Málaga ha tenido la idea de publicitar este humilde blog que ahora leen como web de la semana. He aquí el enlace: http://www.educacionenmalaga.es/index.php/2012/10/web-de-la-semana-monte-coronado/.
Cosas veredes.

21.10.12

Hokkaido

Hokkaido (北海道) es la isla más septentrional de las que forman el archipiélago japonés.  Este verano pasado cogimos un par de aviones (Osaka / Tokio / Hokkaido) y nos plantamos en Kushiro, una pequeña ciudad cercana al parque nacional de Akan (阿寒国立公園).
Hokkaido es famosa por los ainus, por su frío extremo en invierno, su naturaleza virgen en muchos lugares, sus vacas, sus algas y por la cerveza Sapporo, que es el nombre de la capital, donde se celebraron las olimpiadas de invierno en 1972.
El parque nacional de Akan cuenta con muchos espacios naturales protegidos y con una fauna y flora muy ricas entre la que destacan el salmón, el búho y el oso kegasake de gran tamaño y (según cuentan) agresividad.  Los lugares para visitar son los lagos Akan, Mashyu y Kusharo.

Nos alojamos en un pueblo llamado Kawayu Onsen, que está a dos o tres kilómetros de un volcán, llamado Iou en japonés y Atosanupuri en la lengua ainu, lleno de fumarolas sulfurosas que luego les mostraré.  Este volcán permite que todos los hoteles cuenten con aguas termales gratuitas.  Por el mismo pueblo pasa un arroyo con aguas calientes y levemente fétidas.
Bueno, veamos las fotos, que ya está bien de hacer de escritor de guías.  Hagamos ahora del amigo pesado que nos enseña todas las fotos del crucero.  Primero, unas cuantas del pueblo Kawayu Onsen.


Aguas termales del arroyo.





Un zorro cruzando la calle principal del pueblo.

Las omnipresentes arañas japonesas.

Árbol con hongos o setas.

Terraza para ver los aviones en el aeropuerto Itami de Osaka.

Aprovechando las aguas termales del arroyo, se ha instalado un balneario de pies.

Mapa de la zona que visitamos en el parque nacional de Akan.
Entre los dos lagos está el pueblo de Kawayu Onsen.



20.10.12

Bajar la basura

Según he leído en un librito que acabo de terminar, titulado Breve historia de la carrera espacial, lo primero que hicieron Armstrong y Aldrin, antes de bajar del módulo lunar del Apolo 11, fue tirar una bolsa de basura.  Fue un gesto de alivio para dos hombres y un falta de respeto por parte de toda la humanidad.
He aquí la foto que lo atestigua.  No hay ninguna huella humana en el Mar de la Tranquilidad y ya está ahí la bolsa de la basura.  Supongo que la razón para tirarla sería el mal olor. Desde que he tenido noticia de este hecho histórico comúnmente ignorado, ya no doy crédito a las teorías conspirativas que hablan de que el hombre no llegó nunca a la Luna y que todo fue un montaje de Kubrick para la NASA.  Semejante detalle de falta de urbanismo no se le hubiera ocurrido ni al mejor guionista de Hollywood, ni aunque fuera español.
Nuestras miserias nos preceden.

18.10.12

Sustitutos

Los seres humanos somos tan imperfectos.  Nos enfadamos y encaprichamos sin demasiadas razones, se nos pegan las sábanas, envidiamos, olvidamos las llaves encima del piano, bostezamos, enfermamos...  Por eso quizá siempre hemos buscado superarnos de verdad (reflexionando, apuntándonos a un gimnasio, ingresando en órdenes religiosas o políticas...) o de mentira, es decir, creando seres humanos perfectos en la literatura, el cine, el cómic, la pintura o la escultura.
A veces, llegando un poco más lejos, sustituimos a las personas por muñecos antropomorfos.  Quizá el más famoso sea la muñeca hinchable con la que torpemente practicó mi compañero Henry Wilt en aquella hilarante novela. Ahí está también el maniquí del que se enamoró Michel Piccoli en Tamaño natural de Berlanga.
En estos días cunde la costumbre de colocar mujeres-humanoides de goma, silicona o cartón piedra en el asiento del copiloto para poder usar el carril Bus-VAO de la A6 de Madrid.
Esas silentes parejas son ideales para ciertas cosas, pero supongo que se convertirán en un estorbo al llegar al trabajo.  Dejarla todo el día en el aparcamiento puede despertar las sospechas de los guardias de seguridad y resulta inhumano incluso para un maniquí.  Este truco fue precedido por bebés altamente realistas que ya no colaban para la Benemérita.
El siguiente paso será contratar a personas de hueso y carne para que simplemente acompañen, se vayan a dar una vuelta toda la mañana y luego regresen con el conductor al punto de origen.
Ya de camino podrían aprovechar para que hiciera algunas compras.  Si la cosa va bien, la sustituta podría preparar la comida a la vuelta y, ya puestos, dormir en casa.  Con el tiempo, quién sabe, podrían congeniar y por azar, prisas y necesidad acabar formando una familia de verdad, con sus crisis, sus aniversarios y sus niños jugando en el salón de casa con muñecos perfectos.

16.10.12

Gracias y desgracias

Los tópicos son reducciones, simplificaciones, resúmenes más o menos afortunados que hacemos los humanos para poder manejar este mundo enorme y desconcertante.  Se aplican a los sexos (las mujeres no saben conducir, los hombres son insensibles) a las edades (los jóvenes son analfabetos, los viejos son inútiles), a las religiones (los musulmanes son fanáticos, los cristianos son imperialistas), a los individuos concretos (tú cállate que eres un aguafiestas, mi cuñado es un trepa) y, cómo no, a los países.  Durante años en España ha existido un género de chiste muy popular que empezaba con "Esto es un inglés, un francés, un alemán y un español que..."  Indefectiblemente la última palabra la tenía el español, que superaba a los demás con una frase quevediana y fulminante.
Hace unos meses una cadena francesa de televisión se mofó de los deportistas españoles acusándolos de dopaje.  El pundonor hispánico saltó como un resorte calderoniano y poco más que se lía otro dos de mayo.  Cuando de quien se ríen es de Mahoma, la cosa es menos importante y la reacción del mundo islámico se considerara desproporcionada, fanática y un tanto medieval.  Ya se sabe que aquí se veneran más la raquetas que los crucifijos y los wasaps que los confesionarios.
Ahora le ha tocado el turno a Japón.  Tras un partido de fútbol, France 2 bromeó con que el portero nipón paraba mucho porque quizás tuviera cuatro brazos debido a una mutación motivada por los escapes radiactivos de Fukushima. Muy gracioso.
Por primera vez he leído reacciones de japoneses enfadados por algo. Mi amigo Keisuke se lamenta de que desde fuera se vea a los japoneses siempre como a gente gregaria, sumisa, eficiente y friki.  No hace mucho me preguntaba alguien si yo había visto en Japón a esas personas que se hacen operaciones en el cuerpo para deformárselo.  Le aclaré que lo que te sueles encontrar por las calles de Osaka, Kioto, Tokio, Kobe o Matsushima es, sobre todo, gente normal, agradable, simpática, tranquila casi siempre, dispuesta a ayudarte y a alabar tu país (en este caso España) y el hecho de que hayas tenido la deferencia de honrarlos con tu visita. Y lo dejo aquí, que ya me he extendido en otras ocasiones sobre este asunto.
Considero esta nueva broma un poco más cruel que la del dopaje por cuatro razones.
1.- A fin de cuentas la posibilidad de que los deportistas de élite se dopen no es tan descabellada.
2.- El odio franco-español cuenta con una larga tradición de siglos y en ese torrente queda diluido el incidente.
3.- Los japoneses no han hecho ninguna broma sobre los franceses (ni sobre nadie, que yo sepa).
4.- No se bromea cuando hay muertes y desastres de las dimensiones del 11 de marzo de 2011, que viví de refilón in situ.

A Francia le debemos mucho cultural y políticamente hablando (no quiero ponerme pedante con Montaigne, Voltaire, foie gras, Brassens, Gauguin...) así que, pasado unos días de la festividad de la virgen del Pilar, no voy a hacer ningún chiste antinapoleónico.
Solo les pido que recuerden aquello que dijo Pascal: "Las cuerdas que amarran el respeto de unos por otros son, en general, cuerdas de necesidad".

13.10.12

La manzana zen

Creía que, desde que releí la última vez el Quijote, nunca iba a ser capaz de tragarme setecientas páginas de un libro, pero ha pasado.  La biografía que Walter Isaacson ha escrito sobre Steve Jobs me ha absorbido las últimas dos semanas.  Otra peculiaridad de esta lectura es que la he realizado completamente entre el Kindle (70%) y el Ipad (30%), con lo que descarto totalmente cualquier prejuicio acerca de la legibilidad de estos dos aparatos.
La narrativa de Isaacson atrapa con un estilo fresco y ágil, evitando la hagiografía y el vilipendio, buscando la ecuanimidad y la asepsia.  Lo que cuenta es muy interesante desde varios puntos de vista.  Atraerá a los informáticos, a los empresarios, a los políticos, a los psicólogos y a los médicos incluso.  De todos los aspectos del pensamiento y la vida de Jobs me interesan básicamente cuatro: su relación con el zen, con Japón y Kioto y su idea central de conjugar las humanidades y las ciencias.
1.- Durante años Steve Jobs fue discípulo del maestro zen Kobun Chino Otogawa, quien ofició su boda con Laurene Powell en 1991.  Era especialista en escritura de haikus y shodo (caligrafía), lo que resultaría importante más tarde en el desarrollo de los Mac.  Se dice que la influencia del zen en Jobs fue en dos sentidos, el estético y el creativo.  El zen propone la simplicidad de formas y el acceso a la iluminación por intuición, más que por reflexión analítica.  Jobs puso en funcionamiento estos dos principios. Los objetos que creó son exquisitamente simples y manejables y, por ejemplo, nunca echó mano de estudios de marketing para saber científica y analíticamente qué quería la gente.  Pensaba que el personal no sabía lo que quería hasta que lo tenía delante. Había algo de absurdamente genial en sus propuestas y en su forma de conducir la empresa.  Eran como un koan sin solución aparente, pero posible.
2.- Siempre admiró la eficacia y pulcritud de las empresas japonesas, sobre todo de Sony.  Visitó una factoría de Sony y quedó entusiasmado con los uniformes, la limpieza y la exactitud.  Afirmó que su ideal de belleza eran los jardines que rodeaban la ciudad de Kioto.  Como ustedes comprenderán, eso me llegó al alma por razones que a ustedes no se le escapan.  Miren la foto que encabeza este blog: un fragmento del jardín seco de Rioanji.  Para sus cumpleaños les regaló a sus hijos un viaje a Kioto. Dicen por ahí que Jobs fue más japonés que los japoneses.
3.- Por último está esa idea suya de vivir en la intersección entre la tecnología y las humanidades.  Siempre buscó la belleza en lo racional y lo racional en la belleza.  Esa aparente paradoja (tan zen, tan koan) fue el motor de tantas y tantas innovaciones.  Descartó las tétricas pantallas de fondo negro y letras verdes para incluir la tipografía y el fondo blanco para los documentos.  Hizo del ordenador algo amigable, humano, humanizado, cercano, derribando las reticencias tecnofóbicas de gran parte del público.  Fan de Bob Dylan y de los Beatles, cambió la forma de comprar y consumir música y no descansó hasta que resolvió el problema legal con Apple Records, la compañía que gestionaba los derechos de los Beatles y que había pleiteado con Apple (computers) por el nombre.  En esta misma línea continuó hasta sus últimos días.  Juntó en un restaurante a cenar a Obama, a los dueños de Google, Facebook y otros para proponer cambios en la industria tecnológica norteamericana y propiciar un cambio educativo/pedagógico que todavía no se ha producido. Quería liberar a los niños de las mochilas y adaptar los contenidos de manera interactiva y personalizada para cada estudiante.

A pesar de estas coincidencias con mis preferencias estéticas, espirituales e intelectuales, la personalidad de Job no es atractiva en su conjunto.  Fue cruel con sus empleados, como un maestro zen que golpea al discípulo para que alcance la iluminación.  Se apropió de ideas de otros, que poco antes había ridiculizado.  Insultaba a los cocineros y ocupaba plazas de minusválidos con su ostentoso coche.  Era vegetariano estricto y asistía descalzo (y sin duchar) a las reuniones con otros ejecutivos. Lo acusaron de convertir su empresa en una especie de secta que impedía el libre desarrollo de programas y contenidos, pero él se defendía diciendo que le importaban más la perfección de los productos, la eficacia y la comodidad del consumidor que el dinero. Y parece que en algunos momentos lo demostró claramente.
Al final de su vida se reconcilió un poco con Bill Gates y con otros con los que había tenido largos, fructíferos y cruentos enfrentamientos.  Recibió en su casa a Larry Page (cofundador de Google), que le estaba haciendo la puñeta con Android, y departió amistosamente con él.

El legado de este hombre es inmenso.  No inventó exactamente nada.  No había estudiado informática, ni marketing, ni economía de empresas.  A pesar de sus manías (criticó el diseño de la mascarilla de oxígeno del hospital), tampoco era diseñador.
Era solo el hijo adoptivo de un mecánico aficionado de coches.  Fue un iluminado que tomó LSD, hacía bromas en el instituto, se vistió de Hare Krishna, estudió letras en la universidad y viajó de joven a la India. Y con este pintoresco currículum popularizó el ordenador personal, regeneró la industria del cine de animación, reformó el consumo de música y su venta y comercialización en medio de un tsunami imparable de piratería, reinventó el teléfono y casi hace desaparecer los ordenadores con las tablets.  El grado máximo de tecnologización consistía en hacer desaparecer la tecnología.  He aquí otra paradoja zen.


11.10.12

El esquivo monte Fuji

Como ya he comentado otras veces, el monte Fuji se encuentra la mayor parte del tiempo oculto tras una gran cantidad de nubes y nunca lo he llegado a ver con nitidez.  No obstante, este verano durante una escala en el aeropuerto de Haneda en Tokio, pude hacerle unas fotos en la distancia.  Algunas están tomadas desde el avión y otras desde la terminal.  No son nada del otro mundo, pero es lo único que puedo ofrecerles por el momento. Ustedes perdonen.

Entre las nubes se adivina la cima.

Aquí se ve mejor.

Monte Fuji (abajo derecha), Luna (arriba izquierda) y lámparas del aeropuerto de Haneda.

9.10.12

Pseudomanga

Una aplicación para el Iphone (habrá otra parecida para Android) permite transformar fotos en dibujos estilos manga.  Ahí van unos cuantos experimentos que he realizado hasta el momento. Son paisajes urbanos de Málaga y alrededores, un interior y dos autorretratos. Van acompañados de efectos y de textos en katakana, que no entiendo casi nada, así que no me atrevo a traducirlos.  Muchos de ustedes reconocerán algunos edificios oficiales desagradables por su función más que por su arquitectura.
No deja de ser un entretenimiento fútil y banal, como tantas otras cosas que hacemos cada día que los dioses echan al mundo.