19.1.10

Nikko (Japón) 1

A unos 140 kilómetros de Tokio hacia el norte se encuentra Nikko. Lo importante de esta ciudad es su naturaleza (que no nos dio tiempo a disfrutar) y sus templos. Nos contó Keisuke que existe una leyenda sobre Nikko, Bashoo y un tesoro escondido. Al parecer, una canción de Bashoo que cantan los niños y cuyo contenido es más bien absurdo y extraño es una especie de mensaje secreto en el que se ocultan las claves de un tesoro de algún shogun Tokogawa. No es la primera vez que oigo la teoría de que Matsuo Bashoo fue en realidad un ninja al servicio del shogun que recorrió el país mandando mensajes en clave con forma de haykus y canciones. Habrá que investigar más a fondo todo este entramado histórico-conspirativo.
La cosa es que cuando llegamos hacía sol y un frío espantoso.

Estación de JR y montañas nevadas.

Lo primero que se visita es un pequeño jardín japonés. No es una redundancia. Todos los jardines de Japón son japoneses, pero se llama jardín japonés a los que tienen estas formas, plantas, lagos y puentecillos peculiares. Las fotos no son muy buenas porque había un gran contraluz y unas sombras alargadas que afeaban un poco el paisaje.



Luego están los templos propiamente dichos, uno budista y otro sintoísta.
Aquí un monje trabajando en el gran caldero de los inciensos.
Keisuke nos resumió la compleja situación religiosa de Japón (a nuestros ojos de sectarios católicos, anticatólicos, protestantes, islamófobos, islamistas, antisemitas... que tantas guerras, persecuciones y progromos han provocado) de la siguiente manera: los monjes sintoístas tienen pelo, los budistas están calvos. Qué lección de permisividad y convivencia para occidente (y meto al islam y al judaísmo como hermanos nuestros). Sólo persiguieron a los católicos en el siglo XVII y fue más por razones políticas del shogunato que se estaba creando en aquellos momentos.


Remate del alero del tejado de un templo.


Árbol apontocado (creo que es la primera vez en mi vida que escribo esta palabra).

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