Siempre me he preguntado por qué los bancos ponen junto a la ventanilla una caja para que nosotros, los pobres asalariados, parados, jubilados... pongamos dinero para los niños famélicos, las víctimas de los desastres y de los desaires del destino. ¿Es que no hay muchísimo más dinero al otro lado del cristal? ¿Es que no se solucionarían los problemas de Haití (los de ahora y los de antes) si se hubiera extraído una centésima parte de lo que durante tantos años han ganado los hombres y mujeres de las corbatas italianas de seda y los bolsos de Chanel?
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