
Sin duda yo era más del cínico Bugs Bunny y de la abstracta y sinuosa Pantera Rosa. Un apátrida ya en ciernes.
La muerte de Fofó supuso uno de los tres grandes mazazos emocionales de nuestras infancias, junto con la de Félix Rodríguez de la Fuente y la de Chanquete. La de Miliki tiene un tono más de crepuscular despedida. Descanse en paz. Hacer reír a los niños es siempre una dedicación encomiable, tan fácil como hacerlos llorar y, por eso mismo, más digna de elogio.
Aquella pregunta cuadruplicada en aquellos precisos momentos históricos era lo más parecido que existía a un referéndum, a un plebiscito, algo así como un entrenamiento para esos niños que años más tarde darían su opinión en urnas, manifestaciones y recuadros de 140 caracteres.
Hoy nadie se atrevería a salir en un programa con una nariz de plástico a preguntar cómo estamos. Resultaría política, estética y socialmente incorrecto.
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