31.12.11

El fin del año del conejo

Como me he venido a Kioto a comerme las uvas, pues me he adelantado ocho horas a su apresurada deglución.  Recuerdo haber visto el verano pasado por aquí unas uvas negras enormes, que nos iba a resultar imposible ingerir en doce segundos, de modo que me he traído unas latitas que las traen contadas, peladas y des-semilladas.
El año que acaba no ha tenido desperdicio para mí y para los que me rodean: operaciones renales, viajes, tsunamis, terremotos, traslados domiciliarios intercontinentales, más viajes, publicación de libro, publicación de libros de amigos, futuribles cambios laborales, bodas, recitales, revoluciones digitocallejeras, publicación de artículos y poemas sueltos, más operaciones, cambio de gobierno, conferencia en Japón, fin del terrorismomás viajes, minigiras de grupos musicales cercanos, embarazos y nacimientos...  Doce meses mucho más intensos que la media de los últimos diez o veinte.
Deseo que todos los lectores y lectoras de este blog entren con buen pie en el año del dragón y que cuando se coman las uvas dentro de 365 días se miren, comprueben que están todos y que tienen salud (la suficiente), dinero (procedente de trabajo por cuenta ajena o propia) y amor (ese informal, que dijo Benedetti).
Shinnen akemashite, omedeto gozaimasu (feliz año nuevo)
Bodegón de nochevieja hispanonipón

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