1.12.11

Serendipia poético-psicoanalítica

Esta tarde se ha hecho justicia en el restringido y elitista mundo de la poesía. La concesión del premio Cervantes a Nicanor Parra es para mí (y para muchos) un momento muy especial. La antipoesía del chileno siempre fue un motor para mi propia creación. Entender que el lenguaje poético es algo más que los endecasílabos, la melancolía existencial, la melancolía amorosa, los melancólicos paisajes más o menos decimonónicos, la melancólica Venecia o el ensayo hecho verso melancólico es algo inherente a mi genoma poético. Como profesor he intentado respetuosamente (quizá demasiado) desacralizar la Cultura con mayúsculas, acercar la creación, la creatividad, la novedad y la sorpresa a las anodinas bancas de los alumnos y alumnas, atrapados en una red de imágenes, bits e ideas polvorientas y preconcebidas. Así que cuando puedo o viene a cuento les suelto andanas como esta:

Los Profesores

Los profesores nos volvieron locos
a preguntas que no venían al caso
cómo se suman números complejos
hay o no hay arañas en la luna
cómo murió la familia del zar
¿es posible cantar con la boca cerrada?
quién le pintó bigotes a la Gioconda
cómo se llaman los habitantes de Jerusalén
hay o no hay oxígeno en el aire
cuántos son los apóstoles de Cristo
cuál es el significado de la palabra consueta
cuáles fueron las palabras que dijo Cristo en la cruz
quién es el autor de Madame Bovary
dónde escribió Cervantes el Quijote
cómo mató David al gigante Goliat
etimología de la palabra filosofía
cuál es la capital de Venezuela
cuándo llegaron los españoles a Chile.


Pues bien, la serendipia ha consistido en que esta tarde he ido a ver Un método peligroso, una película fallida en el guion, porque intenta explicar de forma poco verosímil la oposición del pensamiento psicoanalítico de Freud con el de Jung. Y la gracia está en que en una escena Jung le cuenta un sueño que ha tenido a Freud y este (cómo no, quién mejor que él) lo interpreta diciendo que no sé qué madero que sale en el sueño es un enorme símbolo fálico. De momento me ha venido a la memoria aquel poema de Parra con el que tanto nos reímos allá por los ochenta.

En las obras de Freud es donde vienen
las afirmaciones más peregrinas.

Según este señor
los objetos de forma triangular
--plumas fuente, pistolas, arcabuces,
lápices, cañerías, guaripolas--
representan el sexo masculino;
los objetos de forma circular
representan al sexo femenino.

Pero el psiquiatra va más adelante:
no solamente conos y cilindros
casi todos los cuerpos geométricos
son para él instrumentos sexuales
a saber las pirámides de Egipto.

Pero la cosa no termina ahí
nuestro héroe va mucho más lejos:
donde nosotros vemos artefactos
vemos, digamos, lámparas o mesas
el psiquiatra ve penes y vaginas.
[...]
Vemos un dios clavado en una cruz
un crucifijo es un símbolo fálico.
Nos compramos un mapa de Argentina
para estudiar el problema de límites
toda Argentina es un símbolo fálico.
Nos invitan a China Popular
Mao Tse-Tung es un símbolo fálico.
Para normalizar la situación
hay que dormir una noche en Moscú
el pasaporte es un símbolo fálico
la Plaza Roja es un símbolo fálico.

Así que les recomiendo encarecidamente la lectura o relectura de los antipoemas de Nicanor Parra y les desaconsejo que gasten su dinero en la entrada para ver el biopic de los psicoanalistas. Cuando la pongan en la tele, la coloquen en las estanterías del videoclub o alguien la baje legalmente de la red, podrán disfrutar de algunas tomas y movimientos de cámara o de la interpretación de Keira Knightley.
Nos queda la duda de saber qué simbolizarían para Freud los puros que fumaba y succionaba.

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