El otro día, cuando fui a ver la película sobre Shakespeare, subrayé la tarde literaria comprándome un par de libros baratos en una de esas tiendas/tenderetes que se han instalado en los espacios abiertos de los centros comerciales. Se ve a las claras que están pensadas para estudiantes sin dinero y para familiares que no saben qué regalarle a alguien cuyo cumpleaños habían olvidado.
Uno de las compras fue el Tao Te King, que ya tenía en otra versión pero perdí. Es un libro sorprendente, como aquel del que hablaba Borges. Lo abras por donde lo abras, lo leas como lo leas y cuantas veces lo leas, siempre te ofrece algún fragmento con el que tienes para pensar un par de horas o más.
Hoy me he encontrado este que tanto se puede aplicar al consumismo, al comunismo, al capitalismo, al imperialismo, al relativismo, al aeromodelismo, al catolicismo o al ecologismo. Da lo mismo.
XXIX
Conquistar el mundo y quererlo manejar
no se puede conseguir.
El mundo es un recipiente sagrado
que no se puede manipular.
Quien lo maneja lo ensucia.
Quien lo pretende retener, lo pierde.
Las cosa unas veces van delante y otras detrás.
Tan pronto son fuertes, como se vuelven débiles.
Tan pronto andan por arriba, como se estrellan.
Por eso evita el sabio el exceso,
la prodigalidad y la magnificencia.
2 comentarios:
Muy bueno
Borges, en "El Libro de Arena", nos hacía ver a través del narrador lo abominable de ciertas maravillas y de lo que nos fascina en un momento o etapa de nuestra vida que luego olvidamos o queremos olvidar. A mí me ha pasado con una cieta frecuencia que algo en lo que he creído se ha ido por la borda sin dejar rastro. No quiero decir que esto sea aplicable a todo el género humano, sólo es un comentario a lo que has escrito.
Un saludo de Antonio Esteo
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