Magnífico artículo sobre el tema de las redes sociales en Internet. Aclara malentendidos y refuta tópicos. La moraleja global se acerca a la idea de
Vicente Verdú que ya tratamos en otra entrada: en el mundo actual se tiende a la extensión más que la intensidad. Se tienen más amigos, pero menos amigos (en el sentido adjetivo), o sea, más cantidad y menos calidad. Esto no es ni bueno ni malo, es lo que hay. En la Edad Media un campesino conocía a veinte personas, sabía cuatro historias y siete u ocho canciones y no por eso su existencia era más feliz, ni más intensa, ni más auténtica. Era más pobre cuantitativamente. Lo más interesante del artículo es la defensa del uso de las redes por parte de los jóvenes. La demonización que han emprendido los mayores con
tuenti y
messenger viene dada por el desconocimiento.
Nunca se pierde estrictamente el tiempo cuando activamos lo que los lingüistas llaman la función fática del lenguaje. Se trata simplemente de decir: "eh, que estoy aquí, que sigo existiendo". Una charla intrascendente en el banco del parque, en la peluquería o en la barra del bar cumple la misma función que los "me gusta" de
facebook.
Tampoco hay que concluir que la multiplicación de contactos y contenidos sea la panacea que va a acabar con la miseria humana. Los nuevos medios son el nuevo rostro de la misma ineficacia, la misma creatividad, el mismo egoísmo y la misma benevolencia que siempre nos han caracterizado.
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