2.4.10

¡A nosotros la legión!

Después de una década aprox. he vuelto a sentarme en calle Larios en plena Semana Santa. Mucho que decir y poco que aclarar. Mi infancia son recuerdos de un patio en la Palmilla y una silla fría en la Alameda. Mi madre hace cumplir a muchos la penitencia de oír que yo me sabía de memoria el orden de todas las cofradías y que me daba miedo meterme en el desfile vestido de mininazareno... etc. Lo que más me ha llamado la atención ha sido la gran cantidad de extranjeros que hay en todos los ejércitos que procesionan. El legionario moro, el africano fugitivo de la ley de países de nombre impronunciables y el ex-convicto de lumpen proletariado ya no sólo están en el tercio. Ahora nadie quiere ser soldadito, no vaya a ser que lo devuelvan a casa metido en un féretro de plomo. Que luchen otros por nosotros. Que luchen los mercenarios, los legionarios. Que luchen ellos, que diría un Unamuno objetor. Así empezó a caerse el imperio romano. Bueno, también dicen que bebían en vasos de plomo y que eran demasiado endogámicos y que el cristianismo socavó el culto al emperador y que con sus ideas comunistoides se acabó de cargar esa cosa de mármol a la que llamamos la Antigüedad. Pero esa es otra historia y yo venía aquí a hablar de los negros y dominicanos paracaidistas y marineros. De la cabra hablaremos dentro de otros diez años.

No hay comentarios: