13.11.09

Profundidad versus extensión

Siguiendo la nomenclatura de Verdú en aquel libro sobre la sociedad actual, podemos decir que el zen es todo lo contrario de la vida virtual y superficiosa que llevamos. El internauta, el consumidor, el telespectador, el alumno, el homo consumans... picotea, salta de esto a lo otro sin llegar a profundizar en nada. El zen se centra en una piedra, un arco, en un problema irresoluble (koan), en una grafía, en la nada si hace falta y los mira y los vuelve a mirar y a pensar hasta la extenuación. Por ese camino los grandes maestros zen alcanzan el satori o iluminación. Nosotros lo conseguimos sumiéndonos en el vértigo de la mudanza, en la apoteosis del movimiento, en la estridente maraña de la interacción y las retroalimentaciones. He aquí, quizá, porque siendo como soy un auténtico picaflor que se mete en tantos sitios donde no lo llaman, me sienta tan atraído por esa manera de abordar la realidad tan diametralmente opuesta.

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