Recuerdo aquellos años setenta y ochenta, en los que la palabra "colega" degeneró hasta convertirse casi en el preludio de un atraco:
--Colega, ¿me das un cigarro?...
Pero colega en realidad es la persona que trabaja con uno/-a, según cuentan los etimólogos.
Me apetece hablar un poco de este asunto, tan vilipendiado sobre todo por la literatura y el cine.
Hace poco me paré a reflexionar unos segundos (cosa poco habitual en mi despacho, que es una especie de frenético pasaje del terror académico) y calculé grosso modo (muy, muy grosso) que en los centros de trabajo suele haber casi un 70% de colegas que hacen su trabajo de manera correcta, adecuada y efectiva, un 15% que lo hacen exquisitamente, innovando, haciendo lo que no es su obligación, ayudando a los demás, simplificando embrollos, buscando soluciones, resolviendo conflictos... y un restante 5% que no entra en ninguna de las categorías anteriores. Como es natural de estos últimos es de los que se está hablando siempre, porque los medios de comunicación se dedican a amplificar solo los problemas, los errores y lo anómalo; nunca el cotidiano, silente y fructífero día a día de las aulas.
Pero hoy, coincidiendo con la huelga general de la enseñanza, no quiero discutir los pros y los contras de la misma, sino homenajear a tod
os los/las colegas que he tenido a lo largo de todos estos años, de los que tantas cosas he aprendido. Muchos están todavía conmigo, trabajando codo con codo en despachos, aulas y pasillos. Otros pasaron y andan por otros lugares esparciendo su ejemplo y saber hacer. Sin su colaboración todo sería de otra manera, a no dudar, peor.
Gracias a ese 95%.
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