28.4.12

La lluvia en Sevilla, etc.

Casual y serendípicamente mientras estaba viendo ayer My Fair Lady por motivos académicos, llovía sobre las casetas de la feria de Sevilla. Los traductores de las canciones de aquella memorable película cambiaron "The rain in Spain stays mainly in th plain" (La lluvia en España permanece principalmente en la llanura) por "La lluvia en Sevilla es una pura maravilla".  Convirtieron un ejercicio sobre el diptongo "ai" por otro sobre el yeísmo ( Y / LL), desafortunada elección para una ciudad en la que todo el mundo es yeísta.  Los pobres hicieron lo que pudieron.
Quisiera plantear tres mini-reflexiones sobre el contenido de esta historia tan lingüística:
1.- La actitud del profesor Higgins es prepotente, machista y clasista, lo cual es criticado de manera más o menos directa durante el transcurso de la trama.
2.- Parece ser que en el ámbito anglosajón (sobre todo británico) está muy arraigada la idea de que el uso correcto de la lengua es una marca de distinción social, más que geográfica, como ocurre en España.
3.- Al principio de la película, en su primera canción, el fonetista que moldeará a la florista se lamenta por la fragmentación del inglés (llega a decir que en Estados Unidos nunca lo han hablado) y se queja de la ineficacia de los métodos educativos, que permiten a los niños hablar de cualquier manera.  Es la vieja historia de la infinita decadencia que nunca acaba, el apocalipsis ad nauseam.  Pasados más de cuarenta años de la película (y muchos más desde que Bernard Shaw estrenara la obra en la que se basa, Pigmalión), el inglés sigue ahí, más fuerte que nunca, amenazado no por su propia dejadez, sino por el empuje de otras lenguas, como el español.
4.- La idea de poder cambiar a las personas es atractiva e inquietante. Convierte al docente en una especie de demiurgo o diosecillo.  Muchas veces hemos oído decir a alguien que tal o cual profesor le cambió la vida.  Esto supone una carga de responsabilidad enorme para los que estamos en el (t)ajo de la docencia.  Esta carga ahora se va a ver acrecentada cuando nos metan dos horas más de clase.  Ya sé. No se va a morir nadie por trabajar dos horas más, pero sepan (o recuerden) que esas horas acarrean más exámenes, más clases que preparar, más ejercicios que corregir y más vidas que poder moldear.  El problema es que nuestra sobrecarga llevará al paro a cientos de miles de compañeros que pasarán a engrosar las ya gruesas (y largas) colas del paro. Quién sabe. Lo mismo acaban vendiendo flores como Audrey Hepburn (Eliza Doolittle) bajo la maravillosa lluvia de Sevilla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y nada que decir del incremento de la ratio de alumnos en clase?? Si son más horas y más niños ¡agarresen los machos!