Sucede que estás tan tranquilo borrando spam, como quien barre un patio, y en medio de la hojarasca te encuentras un pendiente perdido o una moneda reluciente.
Este vídeo en el que Luis Pastor recita de corrido un poema pluriautobigráfico es un canto a la dignidad, una guantada con mano a las modas, a la banalidad y al conformismo.
Y es que el poeta puede ser muchas cosas: el vate místico, que trasciende la realidad y renueva el mundo con su palabra; el rimador ensimismado en su ser, en su obra y en su cuitas; el exquisito elucubrador onanista que dormita y sueña en su torre de marfil o, al fin, el hombre de hueso y carne (más hueso por el hambre, que carne) que expone, reivindica, lucha y denuncia.
Los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI fueron tiempos de desprestigio de la figura del cantautor. Se consideraba que era una reliquia del pasado, un tipo con barbas, culto pero mal vestido, con una silla y una guitarra, que había cumplido su tosca misión durante el tardofranquismo y la transición y que fue barrido por el viento de esa importada modernidad de hombreras, laca, sintetizadores y guitarras mal tocadas.
Pero henos aquí de nuevo en una encrucijada de malos tiempos, esos que, a pesar de lo que dijo Bertold Brecht, son tan buenos para la lírica.
Disfruten de unos momentos de verdad poética de la buena:
http://www.youtube.com/watch?v=Amw_LBimEew&feature=share
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