16.7.12

Posibilidades

Cualquier mentira repetida conveniente y/o sistemáticamente llega a convertirse en verdad. Ahí están el sentido común, el machismo o las armas de destrucción masiva.
Entierro de trabajador público
fallecido en Afganistán.
Ahora se repite una falacia que quiero analizar: "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". 
No negaré que hay personas e instituciones que lo han hecho.  
Veamos algunos ejemplos. En los buenos tiempos de las burbujas, los parterres y rotondas municipales, las promociones inmobiliarias, la especulación desenfrenada, las expos y el crédito alegre, iba yo en mi viejo coche de segunda mano a comprar y me encontraba a, literalmente, cualquier obrero no cualificado con el carro lleno de PSPs, teles de plasma y yacusis de dos por dos.  Ese albañil (por ejemplo) sí vivía por encima de sus posibilidades porque un señor encorbatado, que también vivía por encima de sus posibilidades, se estaba embolsando una comisión por prestarle dinero sin más garantía que un palustre.  
El Ayuntamiento de Villatripas (por hacer un homenaje al crucificado Javier Krahe) también gastó por encima de sus posibles. El alcalde levantó tres polideportivos y una piscina olímpica en un secarral para asegurarse el voto de sus paisanos.  Muchos políticos (no todos, no incurramos en generalizaciones que se acercan peligrosamente a no sé qué que no es la democracia) no daban un palo al agua y vivían por encima de sus posibilidades, deglutiendo gratis canapés de caviar, viajando en bisnes y con escolta, etc.
Y no traigo aquí el caso de la ostentación de banqueros, jetseteros, famosillos, baronesas y demás, porque raya en el perogrullo y no quiero insultar su inteligencia (la de ustedes, queridos lectores y lectoras).
Pero había una inmensa masa de currantes (licenciados, interinos, administrativos, capitanes, laborales, bomberos, sargentos, maestros, becarios, doctores, policías, enfermeros, bedeles, beneméritos, barrenderos...) que trabajaban para el público en general (sí trabajaban, a pesar de los chistes de Forges) y que estaban aguantando día sí día no la sorna y el desprecio de muchos de los que vivían por encima de sus posibilidades. Algunos se jugaban el tipo entrando en edificios en llamas, en cárceles amotinadas o en trincheras infestadas de escorpiones en Afganistán, otros se jugaban la dignidad recogiendo excrementos caninos o soportando faltas de respeto en el aula.
Pero los buenos tiempos acabaron, llegaron los malos y los gobiernos decidieron que las nuevas imposibilidades las iban a pagar aquellos cuyos sueldos estaban más a la mano. 
Y ya está. Eso es todo.  Ahora solo se trata de repetir el estribillo hasta que todo el mundo se lo aprenda, como la canción del verano: la barbacoa, un rayo de sol, aserejé, bimbó, las manos hacia arriba, etc.
Y esta canción espantosa no se puede bajar gratis para usarla como politono.  Esta la estamos pagando todos, los que vivieron y los que no vivieron por encima de sus posibilidades, los unos en sus sueldos y horarios y los otros, el día que llamen a una ambulancia y llegue demasiado tarde porque se ha recortado el presupuesto de gasolina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nadie podría haberlo expresado mejor. Un abrazo compungido e indignado del marido de una empleada pública que vive al otro lado del arroyo.