
La palabra España proviene de la latina Hispania, la cual, a su vez deriva de i-spn-ya, voz fenicia y cartaginesa que viene a querer decir "tierra abundante en conejos". En las monedas romanas se llamaba a esta provincia del imperio la "cuniculosa" o "conejil" o "conejera".
Así que ellos (y ellas) llegaron primero y ahora que los mamíferos homínidos que la habitamos estamos a punto de desaparecer como unidad de destino en lo universal, vienen a por lo que es suyo.
Desde sus madrigueras, mientras roen zanahorias o los restos de la prensa económica, nos observarán con su aguda vista trasponer los Pirineos cabizbajos o zambullirnos en las hercúleas aguas del Estrecho de Gibraltar.
Y ellos se quedarán y lucharán por su tierra contra los conejos franceses, como lo hicimos nosotros, y pondrán bares de conejos que no cerrarán hasta las tantas y gritarán a los vecinos y los envidiarán y defraudarán a la cuniculosa hacienda y torearán musarañas y protestarán contra los políticos y contra el calor y contra el frío y contra las alineaciones de fútbol e hipotecarán muchas madrigueras sin garantías y vendrán los grandes conejos del norte a rescatarlos y saldrán del país... Y una horda de escolopendras o de estorninos ocuparán su lugar durante otros tres o cuatro millones de años.
NOTA: este último párrafo me ha salido demasiado polisindético.
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