20.7.12

Tarjeta de visita

El título de esta entrada no es ninguna metáfora ingeniosa para soltarles un discurso sobre el zen, los recortes o la poesía minimalista.  No, es que me he hecho una tarjeta de visita.
Sé que suena presuntuoso y anacrónico o que me he metido a representante de libros de texto o algo peor, pero la cosa tiene su aquel.  En Japón es muy común que mucha gente, profesores incluidos, acudan a congresos y seminarios con varios ejemplares de la suya. La tarjeta dice mucho en lo que está escrito en ella, en la forma y en el modo en que se da y se recibe. Debe estar limpia, sin dobleces y se entrega asiéndola con las dos manos, que es como también se debe aceptar, reverencia incluida. El receptor no debe guardarla inmediatamente porque se considera una falta de respeto.  Hay que echarle un vistazo y hacer algún pequeño comentario sobre el diseño o el tipo de letra.  Las tarjetas no se guardan en los bolsillos o en las carteras, sino en los tarjeteros, que allí venden en cualquier supermercado de 24 horas (convini) como 7-Eleven, aunque también existen tarjeteros más sofisticados en tiendas especializadas.
Cuando acudo a alguna reunión de profesores en Japón quedo como una especie de profesor/turista salvaje y ácrata que va por ahí presentándose de forma meramente oral y en un japonés paupérrimo.
El diseño lo he realizado uniendo el Monte Coronado de Málaga y el Fuji de Japón.  A los lectores asiduos del blog no tengo que explicarles nada sobre esta cordillera simbólica y fantástica.
Como profesión he puesto profesor y escritor, aunque hasta que el señor Montoro no diga lo contrario, la primera es la que me da más de comer.
La elaboración ha corrido a cargo de Iván García Rojas, cuyos servicios recomiendo a todo el mundo.


No hay comentarios: