Un niño marroquí se acerca a la mesa del bar donde estábamos saboreando un delicioso chocolate con churros. Vendía pan árabe. Tenía buena pinta, pero ninguno de los presentes se decidió a comprarle nada, a pesar de que nos decía inocentemente: "Llévatelo y mañana me lo pagas".
De pronto, un señor que estaba en la mesa de al lado me pregunta: "¿Qué vende, pan?". Yo le digo que sí. Se levanta y le da un billete de cinco euros al niño. Este le da una bolsa con el pan, pero el hombre le dice: "Quédate con los cinco euros. Yo vivo solo y no como pan". El niño se quedó perplejo mirando a su benefactor. Insisitió, pero el hombre siguió sin aceptar el trueque comercial, así que el niño se acercó a nuestra mesa y nos dijo que nos lo lleváramos nosotros. Tampoco lo aceptamos.
El pequeño vendedor siguió su camino intentando vender el pan que ya había vendido.
Moraleja: a sobra de pan, buenas son las intenciones.
1 comentario:
Me ha gustado mucho su blog. Casi he estado toda la tarde leyendo y pensando. Pero este escrito del niño del pan me ha dado una pena enorme. A veces es mas generoso aceptar lo que el otro da y no convertirlo en mendigo. Quizas el niño obtuvo los euros, pero pienso qué habrá pasado con su dignidad.
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