Han sido unos veinte días sin encaramarme a este monte desde el que les cuento las peripecias mentales y físicas que (me) suceden o acontecen.
En este paréntesis (creo que el más largo de la historia del blog) he notado que muchos de ustedes seguían entrando a curiosear y han mantenido un nivel de visitas que me ha sorprendido y que agradezco.
Del viaje por Japón iré colocando entradas cuando mis deberes de funcionario (cada vez menos remunerado) me lo vayan permitiendo
Vaya por ahora el final de un poema de Múltiplos de uno y un vídeo que justifica el título de la entrada. Gracias a todos y todas por su atención. Permanezcan atentos a sus pantallas, pero no mucho:
A la sombra rayada de un cañizo
oímos una tarde de septiembre
callar a la juke‑box del merendero.
Un nativo moreno fue plegando
las hamacas y los hidropedales
pusieron sus dos proas rumbo al cielo
para así despedirse de sus primas,
las bicis, que al revés sobre las bacas
volvían a hibernar a los desvanes.
Olor a sacapuntas y a libretas
nos trajo desde tierra un viento triste
que nos puso la carne de gallina
nos hizo apetecer un buen caldito
y aireó las rebecas del armario.
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