Dentro del taco de libros en inglés que me esperan en Japón por motivos que ya conté en su momento, estaba este titulado Wabi-sabi for Artists, Designers, Poets & Philosophers, de Leonard Koren (Imperfect Publishing, Point Reyes, USA, 2008). Es un pequeño manual para iniciarse en ese doble concepto tan japonés. Wabi-sabi son dos palabras que al final vinieron a converger en una sola idea poliédrica: rudo, deteriorado, no elegante, solitario, asocial, incompleto, no pretencioso, orgánico, imperfecto...
Dice Koren que ningún japonés sabrá definirlo con exactitud, en parte por la tendencia de la lengua y el pensamiento japoneses a huir de lo abstracto. Las grandes cosas se sienten y lo llaman harago. Es wabi-sabi, por ejemplo un vaso para tomar té asimétrico, poroso, irregular y de coloración indefinida (1). Es wabi-sabi una llave oxidada, una escultura inacabada, una alusión, una pincelada sugerente, algo puesto tras un cristal traslúcido...
El libro entra en detalles y desmenuza la idea acercándola a la ética zen y a la ceremonia del té que instituyó Sen no Rikyu en el siglo XVI. Kenko Yoshida también aportó muchas ideas wabi-sabi en el ya comentado Tsurezuregusa.
1) La primera vez que vine a Japón observé asombrado a muchas personas que admiraban religiosamente los objetos de cerámica wabi-sabi que se exponían en el Museo Nacional de Tokio. En aquellos momentos fue una más de las sorpresas que me iba deparando el país y no le presté demasiada atención.
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