Ignoro por qué misteriosa razón, esta tarde me ha venido a la memoria un poema de Borges que siempre me pareció un impecable decálogo para saber vivir, en cierto sentido, muy zen.
NOTA: Acabo de acordarme de la razón. Esta mañana mi compañera María y yo hemos estado hablando de Borges y luego, al ver/leer noticias en la red o en la tele, me he topado con una gran cantidad de gente que está ahí en el tajo, intentando salvar el mundo, la bolsa, la vida, la dignidad, las primas y los barcos escorados; gente que lucha por sus ideas, por su familia, por sus futuros; jueces juzgados, piratas sin loros... gente anhelando, buscando, queriendo...
Los Justos
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
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