Pronto vendrán los televisores en tres dimensiones conectados a Internet. (NOTA PARADÓJICA: cuando los aparatos de televisión están a punto de carecer de fondo, sacan la visión 3D. O sea, que habrá más profundidad en el contenido que en el continente). Se abaratan los libros electrónicos y la e-tinta está a tiro de piedra de cargarse los libros y la industria editorial. Es inminente que el mismo aparato sirva para escuchar la radio, navegar por la red, ver la televisión o el cine y leer Madame Bovary. Y entonces habremos llegado al final de este túnel en el que estamos desde hace un par de décadas. Un túnel en el que nos hemos dejado el tiempo y el dinero "estudiando informática", aprendiendo a manejar los móviles, cambiando de ordenador cada tres o cuatro años...
Ya no habrá diferencia entre un medio y otro. La siguiente fase será la implantación de estas máquinas en nuestros ojos y, más tarde, en nuestros cerebros. Nos implementarán software mientras dormimos y aprenderemos turco en quince minutos y vaciaremos la papelera de reciclaje mientras vamos al retrete y amaremos virtualmente y lloraremos en redes sociales ad hoc y quizá ya nunca moriremos o, lo que es lo mismo, nadie sabrá que habremos muerto, porque nuestros perfiles seguirán por los siglos de los siglos circulando por el ciberespacio. Y San Pedro será un programa, una base de datos con barba, y Caronte será un servidor y la laguna Estigia un spam cenagoso y el diablo un hacker sin piedad... Y Dios será Neo, o Keanu Reeves, o Isaac Asimov, o cualquier otro avatar que le coloquemos. Y amén se dirá: "apagar el sistema".
1 comentario:
Te encuentro algo pesimista. O se dice catastrofista?
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