Los etarras grabados por las cámaras del supermercado no eran tales, sino bomberos catalanes. Buena lección para los amigos del linchamiento, del juicio rápido y del "déjate ya de tonterías". Menos mal que no se veía bien, si no, podrían haber sido delatados, detenidos e interrogados (en euskera y francés), mientras los verdaderos terroristas se troncharían de risa en sus oscuros y poco televisivos zulos.
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