Ahora resulta que, después de tanto vituperar las webs con las que se cazan menores, se organizan peleas y se trafica con carne (humana, viva, sexual), viene santa Facebook y ayuda a detener a un mafioso. Probablemente no sea para tanto. Seguro que la policía ya sabía algo del asunto. Seguro que las peleas organizadas en el messenger se basan en contactos previos no virtuales ni virtuosos.
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