Esta tarde he acudido a la proyección de varios cortos de la sección de videocreación. El motivo de mi desplazamiento ha sido que entre ellos estaba Gneisenau, un trabajo en el que ha colaborado parte de mi familia (mi hermano Rafa como productor y director artístico y mi sobrino Darío como actor principalmente). De la producción de MangaAncha ya les hablé en su momento y no quiero ser pesado. Solo añadiré que gana mucho en pantalla grande. Del resto no hablaré por razones diversas, tales como pudor, vergüenza ajena, desgana, etc. Muy mala se tiene que poner la cosa para que Gneisenau no gane el premio del público (Antonio Meliveo lo ha reconocido en la pequeña introducción que ha hecho), porque la sala estaba hasta arriba de familiares y amigos, que han aplaudido hasta cuando ha salido el catering en los créditos finales.
Pero no es eso lo que quería resaltar, sino otra anécdota menos cinematográfica. Uno de los cortos ha sido un derroche medio irónico, medio no irónico, de cuchilladas, sexo, celos, envenenamientos y salsa de tomate. Al terminar, mi madre, que ha aguantado estoicamente más de lo que era de esperar, ha pedido salir de semejante orgía de hemoglobina. Al llegar a la puerta de la sala había una limpiadora. Mi madre se ha vuelto, la ha mirado y ha dicho con mucha guasa y sorna andaluza:
--A esta mujer le ha tocado limpiar toda la sangre.
Para mí, biznaga de oro al mejor guion original. Luego el jurado que haga lo que quiera.
Antonio Meliveo a la derecha, "apoyao en el quicio" de la mesa, mirando al público que le dará el premio con su voto (según mi opinión y la suya). |
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