4.3.12

Pateando Kioto

La ciudad me recibió con una leve nieve que continuó un par de días sin llegar a cuajar ni nada.  Algo así como una nieve de atrezzo, casi como para despedir al invierno.  Ya se ven los primeros y minúsculos brotes de sakura o cerezo.  Pronto esto será un festival de excursiones bajo el manto blanco de las flores que duran dos semanas y que el año pasado tuve la suerte de ver.
En este viaje la salud va acompañando más que en el anterior.  Y el tiempo también, aunque hoy se ha puesto la cosa un poco húmeda.
Anécdotas reseñables:
1.- Paseando por el bosque de bambú encontramos a un pintor de paisajes.  Nos pregunta nuestro exótico origen y resulta que el señor había estado viviendo en la Rioja y, de hecho, algunos de los cuadros que vendía no eran de Arashiyama ni el monte Fuji, sino de Sas Millán de la Cogolla.  Hablaba español a trompicones, pero era un viejecito amable que a pesar de los veinte años pasados, todavía se hacía entender en la lengua de Berceo.
2.- El día uno fuimos a la exposición de Katsushika Hokusai en el museo de Kioto, cedida temporalmente por una institución de Hawáii.
3.- El siguiente visitamos la Casa de los pérsimos caídos, que está muy relacionada con el mundo del haiku, ya que allí vivió un tiempo Matsuo Bahso y escribió en ella un diario en prosa.  El nombre de la casa proviene de que en una ocasión el dueño de los pérsimos o caquis iba a venderlos al mercado, pero la noche antes hubo una tormenta y se cayeron todos.  Esa misma tarde fuimos a Takatsuki a cenar en un izakaya con Toshie y Hiroki.  Ambiente totalmente popular con camareros dando voces y redes de pesca colgadas del techo.  Parecía el Tintero de Málaga.  Uno de los platos fue un cuarto de cabeza de atún.
4.- Hoy tocaba ir al teatro Noh.  Una experiencia inolvidable.  Cuatro horas casi de teatro minimalista hecho de música, vocalizaciones extrañas, movimientos codificados, trajes espectaculares y música étnica ultrasintética.  Otro día hablaré más detalladamente (y pondré fotos) de este teatro relacionado con el pensamiento zen y que está considerado patrimonio inmaterial de la Humanidad.

Ahí van unas cuantas fotos ilustrativas.

Piedras para pasar el río Kamogawa

Publicidad del metro de Kioto.

En muchas calles la acera es aquello que está más allá de la línea pintada en los lados.


Entrada a un izakaya de la zona de Karasuma.

Estantería de mangas en un supermercado.

La casa de los pérsimos caídos.

Aparcamiento junto a bosque de bambú.

Fieles en el santuario Shimogamo de Kioto.  Ese día se celebraba una
ceremonia para pedir por la protección de las niñas.

Desde esa plataforma se dejan en la corriente unas cestillas con muñecos para pedir por las niñas.

Monja sintoísta entre el público del mismo santuario.

Hamburguesa de atún y bonito.  Exquisita.
Al lado una sopa de no sé qué, pero que también estaba muy buena.

Santuario sintoísta junto al palacio imperial, en el que se va a pedir
para no tener enfermedades ni accidentes en los pies.

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