La cosa estuvo animada y aquello al principio parecía una película de Woody Allen, con muchos profesores, dramaturgos, cirujanos, músicos, escultores... Pero el espejismo duró poco y al compás del lomo en manteca y el maldito cariñena, paulatinamente fueron volviendo los atavismos celtibéricos a su cauce.
Tras la actuación del grupo, con nuevos temas que pasarán a engrosar el repertorio, se procedió a la entrega de los premios del año. Y otra vez fui agraciado, esta vez con el premio "¡Eres la ostia!"1 [sic] por mi labor de difusión del grupo y mi pertinaz seguimiento como espectador.
A continuación Eduardo presentó algunas canciones inéditas que Boleros Imperfectos no ha aceptado y que se ha visto obligado a tocar y grabar conmigo. Como ven, soy un músico e ingeniero de sonido cutre que vive de las sobras. Y para que quedara más clara mi situación marginal acompañé la actuación con unos punteos y arpegios con mi nuevo ukelele. No estuvo muy mal del todo, a pesar de que el micrófono de Eduardo pareció haber cobrado vida y empezó a girar sobre su pie tal que un derviche.
Tras la fiesta volví a casa en coche y observé que hay mucha menos iluminación navideña en el centro. Para rematar la velada tuve un fugaz encuentro con la benemérita, la cual consideró acertadamente que mi nivel de alcohol en sangre no era punible.
Ahí van algunas instantáneas de la Fiesta Imperfecta.
El espectáculo desde la sala VIP, que es donde estaba la comida. |
Máximo Placer entra en escena. |
La escultura que me acredita como que soy la ostia. |
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