22.2.10

Kioto, 31 de diciembre de 2009

Desde Ise hasta Kioto sufrimos un percance. De pronto en una estación en medio del recorrido el tren se detuvo. Nadie nos explicaba nada. Los viajeros subían, hablaban con el personal de JR y bajaban. Después de un rato me decidí, armado con mis diccionarios, a ir a hablar. Yo hablaba y ellos me entendían. Me señalaban hacia fuera y yo no entendía qué me estaban diciendo. Pero en un momento dado, creí oír una palabra conocida, kaze, que está en la expresión kamikaze, que significa "viento divino". Por fin supe qué era lo que señalaban: unos árboles cercanos, movidos por el viento. Había peligro de descarrilamiento. Les expliqué que queríamos ir a Kioto lo antes posible y existía la posibilidad de ir en una línea privada (Kintetsu), pero no nos lo habían comentado porque teníamos el JR pass y tendríamos que pagar. Aclarada la situación, salimos del tren y nos acompañaron hasta la taquilla de la otra compañía.
Una vez llegamos a Kioto, tomamos el tren hacia Nara y paramos en Uji, que era nuestro destino ese día 31 de diciembre.
En la foto, asa del cercanías que va de Uji a Kioto.


En una estación de Kioto fotografié este cartel de no sé qué producto o servicio. En Japón gusta mucho el flamenco, pero les juro por la gloria del Camarón que nadie sabe quién es ese cantante andaluz en el que todos ustedes están pensando.


Teatro Kabuki de Kioto.
La cena tradicional de Nochevieja en Kioto es un buen tazón de soba con un arenque ahumado. Exquisito.


Entrada al templo Chion-in, en el que dan las famosas 108 campanadas que puse ya en un vídeo.


En el interior del templo había una auténtica feria, con puestos de regalos y comida.
En esta foto se ven las cabezas de Daruma, otro nombre con el que se conoce a Bodhidharma, introductor del zen en Japón. Se le representa con los ojos abiertos porque se cortó los párpados para no quedarse dormido y poder seguir la meditación. Se dice que fue el inventor del té, bebida que propicia la vigilia. La tradición de Daruma para el año nuevo consiste en pintarle un ojo y pedir un deseo. Cuando el deseo se cumple, se le pinta el otro.

Estas cuerdas sirven como mechas para encender el primer fuego del año.


Y los monjes campaneros.


2 comentarios:

miau dijo...

Hola Angel!
Cuando tenemos tiempo, vemos tu blog.
Aquel dia hacia mucho frio!
Ultimamente en Japon el tiempo se ha vuelto primaveral!

H y T

Anónimo dijo...

Conocía la historia del monje que se quitó los párpados y de ellos surgió el té. Me ha recordado el bibliobús de donde sacaba los libros donde venían historias como esa.
¿108 campanadas? Espero que no sean 108 uvas también...

El comentador de Ocaña