8.11.11

Kobe

Ya conté en otra entrada que este verano estuve en Japón dando una charla sobre Andalucía. El organismo que me invitó es un club de personas interesadas en la lengua y la cultura españolas, que tiene su sede en Nishinomiya, entre Kobe y Osaka. Como también comenté, mi anfitrión fue el profesor Yoshitaro Ito, quien también, junto con Tani Zenzo, me enseñaron Osaka. Pues bien, días después de la conferencia me invitó a conocer Kobe, otra de las grandes ciudades de la región de Kanto.
Kobe sufrió un terrible terremoto de 7,2 (Richter) en 1995, conocido como el terremoto de Hanshin, en el que murieron más de seis mil personas. El profesor Ito no estaba en la ciudad en ese momento, pero su esposa sí y me contó el horror de aquellos veinte segundos. Al terminar la sacudida no había luz y cuando salió el sol encontraron que la calle en la que vivían había desaparecido. Gran parte de los edificios que vi aquella tarde son posteriores al terremoto y están construidos con la normativa antisísmica más exigente del mundo. El gobierno recibió muchas críticas por su tardanza en la intervención y las Fuerzas de Autodefensa tuvieron que intervenir y acudieron rápidamente salvando muchas vidas de entre los escombros.

Kobe es una ciudad fundada en 1889 y es famosa por la carne de su buey tajima y por su puerto, uno de los más importantes de Japón. Fue una de las primeras ciudades en establecer relaciones económicas con el extranjero. Eso se nota en el aire cosmopolita que se respira por sus calles, algunas de las cuales están plagadas de clubes de jazz. Rudyard Kipling cuenta en suViaje a Japón (libro que he olvidado reseñar) que estuvo en Kobe al finales del siglo XIX.

Primero visitamos el barrio chino y luego fuimos al puerto, donde está la torre que da el perfil característico de la ciudad. A su sombra hay una réplica de la nao Santa María, que viajó en 1992 desde Barcelona (cuyo puerto está hermanado con el de Kobe) hasta Japón cruzando el estrecho de Panamá.
Al atardecer fuimos a Kitano, el barrio de los extranjeros, situado en unas colinas que hay frente al puerto, y tomamos un té en el exclusivo hotel del mismo nombre. Resulta extraño pasear entre casas de estilo inglés adornadas con pinos cortados a la manera japonesa.
Por último el profesor Ito me llevó a una destilería de sake en las afueras. Me contó que el sake de esa zona es famoso por la calidad del agua. Los marinos extranjeros solían abastecerse en esos manantiales, porque decían que el agua tardaba más tiempo en pudrirse durante los largos viajes por el Pacífico.
Aquí va una selección de fotos de aquel día.

Rascacielos del centro de Kobe.


Memorial por las víctimas del terremoto de 1995. Es una rotonda que está debajo de una fuente, cuyo fondo es de cristal y llena el lugar de una extraña luz reverberante.


Entrada al barrio chino.

Turista occidental posando en barrio chino de ciudad japonesa.
La torre de Kobe.


La réplica de la Santa María.

Casas de Kitano.



Tapa de alcantarilla.


Despachando el sake en la destilería.


Prensa para exprimir el arroz.


Toneles de sake con turista dentro.



Cartel anunciador de la conferencia en Nishinomiya.
No, no sé dónde es la foto que usaron de fondo.


Aquí se me ve en plena disertación, intentando explicar cómo colocaban los romanos las ánforas en la arena del fondo de las naves.


Y aquí haciendo como que sé tocar la guitarra. En pantalla se ve el reparto de El ambidiestro, que vimos como ejemplo de cine andaluz actual.

NOTA: El señor que aparece conmigo en esta última foto es un jubilado con el que estuve hablando antes de empezar la charla. Ha hecho no sé cuántas veces el Camino de Santiago (este año la última, por el momento) y me regaló un cubo de cartulina, que, al desplegarse era la rosa que se ve sobre la mesa justo al lado de su cabeza. Magia y humanidad en una sola persona.

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