Pocas veces en una misma tarde, en cuestión casi de minutos, se cruzan dos noticias tan verdaderamente importantes: el fin de ETA y el de Gadafi. Qué desperdicio para los medios, que podrían haber dosificado y ampliado hasta el infinito estas nos buenas nuevas tan cruciales. Pero la vida es así y el azar ha querido chafarles el negocio superponiendo estos dos manjares informativos.
No obstante, creo que desde el punto de vista moral, hay que distinguir entre la muerte anunciada del grupo terrorista, fruto de la trabajo policial, de la aplicación de la ley, del asqueo del pueblo vasco, del apoyo internacional, del anacronismo ideológico y de las fuertes disidencias internas; y el macabro espectáculo que hemos visto en esa camioneta cargada de rabia, sangre y espíritu de venganza.
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