Imaginemos que todos los políticos se pusieran a expresar "afirmaciones desenfadadas", basadas ya en tópicos, ya en hechos históricos, ya en datos más o menos científicos (como los nazis con los cráneos de los judíos). Lo decía aquel viejo adagio: "El hombre es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras".
¿Puede un político en una tribuna de oradores ser inocuo e inocente? Inocuo es beber agua para curarse una lesión de rodilla, inocentes eran aquellos niños que mandó matar Herodes; pero decir que las personas de un lugar (Cataluña) sacan mejores notas que las de otros (Castilla-León, Galicia, Andalucía) es, cuando menos, tendencioso y, según parece, irritante e insolidario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario