5.9.11

El tintero rebosante y el helado de Matsushima

Aunque en la primera parte de la estancia en Japón subí algunas impresiones al blog, luego la acumulación de fotos y vivencias se intensificó y se superpuso a los preparativos de la vuelta y ya se hizo un tetris...
Tengo previsto ordenar las fotos y las notas, pero el monstruo del trabajo de principio de curso me tiene atenazado y no sé cuándo me soltará.
Vaya por delante que tengo que contar el viaje relámpago a Mie, a visitar al amigo Keisuke, la charla sobre Andalucía que di en Kobe y la que dio Fina en Kioto, en la que intervine como pinche y hacedor de sangría, el viaje a Tokio, Matsushima y Yamadera, con fugaz paso en tren por Fukushima, y muchas anécdotas humanas como la que voy a contar ahora.
En un local de Matsushima que fue arrasado por el tsunami (y ya restaurado) paramos a comer algo. Había unas tortas envueltas en algas buenísimas y helado. La conversación para pedir se enredó (debido a nuestro paupérrimo japonés) y acabé en las manos con un helado que no había pedido. Estábamos sentados tomando un té gratuito que ofrecían, cuando se acerca una dependienta y nos explica algo que no entendemos. Como la confusión iba en incremento, fueron a buscar a alguien que hablaba inglés. Nos explicó que había habido un error con el helado. Pensamos que teníamos que pagarlo, ya que nos lo habíamos comido e intenté sacar unas monedas, pero no, la cosa era muy distinta. Ellos consideraban que se habían equivocado y que, a pesar de que ya me había comido el helado casi entero, tenían que devolvernos el dinero de un pedido que no habíamos hecho. Se disculparon cien veces. No lo aceptamos y terminamos de comernos el helado que habíamos pagado. Como, al parecer, no estaban totalmente satisfechos con su comportamiento, al salir nos regalaron una bolsa de galletas como la que sí habíamos pedido. Alguien debería habernos hecho una foto de la cara que se nos quedó.

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