Thomas Hobbes. |
De la estupefacción se pasó al dolor, del dolor a la rabia, de la rabia al cabreo. De inmediato gran parte de la población relacionó el atentado con la participación española en la guerra de Irak. El gobierno no. Y entonces comenzó uno de los episodios más patéticos y desesperados de desinformación desde que Fernado VII prometió seguir la senda constitucional.
Hubo cambio político, detenciones, telegramas, cintas de la Orquesta Mondragón, pisos francos explotando, conspiraciones mediáticas...
En Japón fueron víctimas de la naturaleza. En España fuimos víctimas del ser humano. Otra cosa es que nuestra naturaleza sea intrínsecamente violenta. Dígalo Hobbes o quien lo sepa.
Tiempos para no olvidar y tampoco recordar con demasiado ahínco.
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