
Así que, como no existe, tras asesorarme filológicamente, he decidido llamar a este tipo de fenómeno lapsus auditus.
Hace unos días sufrí uno provocado por la desavenencia entre la escritura y la oralidad. Como se sabe, en el habla no existen las mayúsculas, lo cual me llevó a malinterpretar esta noticia oída en la radio:
"Llegó a tener 22 millones de euros en ginebra". Tal que así la oí, pero al escribirse quedaría como "Llegó a tener 22 millones de euros en Ginebra". Durante uno o dos segundos empecé a imaginar qué cantidad de botellas o toneles de ginebra habría que almacenar para llegar al valor de esa enorme cantidad de dinero. Por desgracia, al continuar oyendo, el lapsus auditus se diluyó y quedó todo en un vulgar caso de corrupción política.
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