Apenas sé nada de ustedes. Los escritores de blogs o blogueros no hacemos estudios de mercado, ni recibimos encargos para escribir novelas pre-premiadas. Tampoco cobramos; yo al menos no, aunque los hay que colocan publicidad para sacar unos cuartos. La única que tengo es de mis libros (a eso he venido yo aquí, que dijo aquel malhumorado novelista) y de la asociación de Paraparesia Espástica Familiar, a la que pertenece, valga la redundancia, un familiar mío. No descarto en un futuro cada vez más recortado completar mi estipendio con publicidad de restaurantes de sushi. Así que nos parecemos más a los perroflautas, a los mimos estatuarios y a los violinistas ucranianos que tocan delante de Zara o del Mercadona. O peor, porque en verdad nadie nos obliga a escribir nada. Lo hacemos por amor. Por amor en general. No por amor al arte, que se ha convertido en un negocio disparatado de subastas inverosímiles. Lo hacemos por... Bueno, déjenme dos o tres años para pensarlo.
A veces me asomo a unas gráficas que proporciona la empresa en la que está alojado este blog y veo que residen ustedes en Estados y el Reino Unidos, en Francia, en México, Argentina, Perú, Colombia, Italia, Alemania, Japón, Rusia... También sé que usan más Explorer que Mozilla y que Chrome; que son más de Windows que de Mac; que buscan cosas en Google sobre Hokusai o sobre la campana de Gauss y se topan con estas entradas mías, en el doble sentido de la palabra.
A unos pocos y pocas los conozco. Son gente de bien, antiguos y viejos amigos, compañeros de fatigas, familiares ociosos, comentadores de Ocaña, corresponsales en Oriente...
Pero eso es todo. Sé que entran unos setenta de ustedes diariamente, que husmean, picotean, se sacian y se van a picotear y husmear a otras e-partes.
Nada más. Pocos comentan, salvo el comentador, la corresponsal y los seguidores de Facebook.
Hay entradas que tienen más éxito que otras, ya sea por razones sentimentales (de ustedes) o por estar más cargadas del wasabi del sarcasmo. Lo ignoro.
De cualquier manera, gracias a todos por estar ahí aguantando las salidas de tono, las redundancias, la niponfilia recalcitrante, las fotos movidas del telescopio, las pedanterías intelectualoides, los chistes con más o menos gracia y lo demás.
En ocasiones me gustaría que fueran más visibles, más activos y respondones, pero bueno, ustedes son así y a estas alturas ya no van a cambiar. ¿Qué más les puedo pedir? Virgencita, quedémonos como estamos.
4 comentarios:
Cojo ese guante virtual,con el gran miedo de no estar a la altura. A modo de defensa diré que me encuentro dentro de esa ratio de tuiteros que leen mas que escriben. Probablemente por mis complejos de mal literato, por la presente hago el propósito de enmienda para que puedas tener el humilde contraste de la opinión de este tuitlector.
Por cierto me sigue gustando el termino iTiza. ;)
Gracias a ti por seguir escribiendo para nosotros. Como siempre es típico en los españoles, nos encerramos en lo malo y no paramos de darle vueltas y olvidamos (o no reflexionamos) sobre lo afortunados que somos al disponer de ti cuando queremos sin ofrecer nada a cambio. Gomen nasai.
Ah! Lo olvidaba. Yo apuesto por TIZA, a secas. En la entrada de diccionario podría aparecer "tiza digital", como "correo electrónico", pero en el uso la gente acabará diciendo tiza.
Gracias a ti por hacer que queramos pasar más rato en un atasco, que no nos queramos levantar de ese sofá setentero de la sala de espera del médico, que esperar sea sinónimo de disfrutar de buena lectura en tu blog.
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