9.2.12

Summum ius, summa iniuiria

No seré yo el que le enmiende la plana, como si estuviera en la barra de un bar, al mismísimo Tribunal Supremo.  Dios me libre.  El que la hace la paga.  A lo que se puede replicar que el que la paga no la hace.  Los preparadísimos abogados del caso Gürtell han afilado sus más incisivos instrumentos a golpe de talonario para exigir el máximo derecho (summum ius) y que acabe impartiéndose la máxima injusticia (summa iniuiria).  No son pocos los jueces que han prevaricado, dilatado y sobreseído causas inmobiliarias y/o políticas y a ninguno se le ha aplicado el correctivo que se le ha aplicado precisamente al juez que encarceló ministros, desmontó bandas de narcotraficantes, acosó a terroristas, imputó a dictadores e intentó dar entierro decente a las víctimas de aquella guerra que llamaron civil a pesar de su evidente incivismo.  Los ha habido que incluso se han atrevido a poner por escrito que no es delito amenazar con cajas de pino (o de olmo) a las mujeres maltratadas.
Me recuerda esta situación a la trifulca jurídica de El Mercader de Venecia.  El cruel Shylock tiene derecho, como habían pactado, a cobrarse una libra de carne del cuerpo de Bassanio, a quien ha prestado su dinero.  Es legal y allá que va con el cuchillo.  Por suerte, en el último momento el gran dux de Venecia le advierte al legalista Shylock que, si bien puede cortar una libra de carne, no puede derramar ni una gota de sangre de su deudor, pues esto sería un delito.  De esta forma el pacto se deshace y la justicia vuelve a resplandecer.
No sé cómo extrapolar este final a la situación actual, pero albergo la esperanza de que algo pase, algo que sea tan legal (o más) que el veredicto del Tribunal Supremo.

NOTA DRAMATÚRGICA A POSTERIORI: Dado que cada vez es más patente y extensa la trama que investigaba el juez ajusticiado, aplíquense aquí aquellos versos de Calderón de la Barca: "que errar lo menos no importa / si acertó lo principal" (El alcalde de Zalamea)

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