Al parecer el tornado de hace unas semanas afectó al almacén de cierta librería de la que soy cliente, trastocando las cajas, las facturas y los albaranes. Imaginemos por un momento a Kafka, a Dante, a Matsuo Bashoo, a Cervantes, a Auster, elevándose en espiral hacia el negro cielo de la noche malagueña. Pero la cosa fue incluso peor, porque esta tarde me han llamado diciéndome que ya está disponible mi pedido (un ensayo de Landero que reseñaré otro día), el cual hace dos semanas, me dijeron que no existía. Es decir, que el vendaval se metió en la red (www) y desbarató las bases de datos.
Por suerte, el día que fui a recogerlo encontré el libro por casualidad en un estante, lo cogí y me lo llevé. En lugar de banda ancha, usé el brazo largo.
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