14.7.09

Masada

Este lugar es especial por dos razones:
1.- El sitio en sí. Es un monte casi inaccesible en medio de un desierto con paredes de 100 a 400 metros de altura. Eso sí, con unas vistas magníficas del Mar Muerto. Un incomprensible palacio se alza en medio de la nada, como retando a cualquier tipo de lógica, lejos de un río, de otras ciudades, de vìas principales. Herodes utilizó esta fortaleza para resguardarse de una invasión parta (de los partos) e ingenió un sistema casi mágico para recoger agua de unos torrentes que se desbordan una vez al año o menos.
2.- En él se autoinmolaron los últimos judíos zelotes que resistieron a los romanos allá por el año 73 d.C. Al menos asi lo cuenta Flavio Josefo en La guerra de los judíos. La legión X Fretensis, al mando del gobernador de Judea Lucio Flavio Silva la rodeó. Todavía cuando se sube en el teleférico se ven perfectamente los contornos de las murallas de los cinco o seis campamentos que instalaron. Al final los sitiadores tuvieron que construir una rampa de 100 metros de altura y 196 de base, hecha con arena y piedras, y que se conserva sólo un poco erosionada. Por ahí subieron una torre de asedio y ya iban a entrar cuando los zelotes se suicidaron en masa. Es un lugar sagrado para el pueblo israelí y los soldados suben a la árida explanada a jurar lealtad al estado creado en 1948.
Hay poco que ver allí arriba: algún columbario, algún baño ritual, unas terrazas impresionantes y la que dicen es la sinagoga más antigua que se conserva. Lo que quita el aliento es la situación, la altura, el calor y la historia de muerte, imperialismo y nacionalismo que parece mascarse junto a la sal del aire del mar.

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