Al parecer hace años el famoso pedagogo Jean Piaget realizó un estudio para saber si los niños de hasta cuatro o cinco años eran capaces de razonar mínimamente con números, lo que él llamaba "conservar" el número. Les colocó dibujos de dos líneas de dibujos, una de copas y otras de botellas de igual longitud e igual número de objetos. Los niños decían que había tantas copas como botellas, pero al alargar la línea de las copas simplemente separándolas más, pues ya afirmaban los pobres que había más copas que botellas. O sea, que los niños entienden el tamaño, pero no el número. Hasta aquí todo parece normal. Sin embargo, años más tarde dos investigadores de Boston repitieron el mismo experimento, pero cambiando copas y vasos por caramelos M&M, y entonces descubrieron que los niños sí detectaban dónde había más caramelos. Posteriores estudios de la universidad de Yale llegaron a demostrar que incluso los niños de meses son capaces de retener el concepto de número. A esta conclusión llegaron escondiendo peluches y cronometrando la atención de los bebés que variaba según el número de muñecos que se ocultaban a su vista.
Así pues, parece demostrado que los esfuerzos mentales abstractos (o no) son directamente proporcionales al interés que el individuo tenga por realizarlos o, si se quiere, a la posible "ganancia" que le proporcionará calentarse el magín contando, pensando, comentando o traduciendo.
Si a nuestros alumnos les seguimos planteando problemas de trenes que salen de Calatayud a las 15:30 (ni siquiera sé si Calatayud tiene estación, pregunten a alguna mujer famosa de allí), en lugar de, pongamos por caso, de superhéroes que parten de un edificio A hacia un edificio B, pues pasará como con las botellas de Piaget, que seguramente le importaban un pimiento a los niños del experimento (ripio).
Si llego a clase y proclamo que Cervantes es un genio de la literatura, el mejor escritor español de todos los tiempos, bla, bla, bla, etc., la narcolepsia invadirá el aula como una niebla mañanera. Pero si les cuento que apareció un muerto en la puerta de su casa, que estuvo en la guerra, que lo atraparon unos piratas y que su padre era barbero (y dentista/practicante) y que por eso don Quijote llevaba una palangana o bacía en la cabeza, pues ya empezaré a ver cómo se abren ojos y a conseguir lo único que en realidad deberíamos perseguir en la educación, interesar al alumnado.
Luego ellos y ellas ya se lanzarán a las googlepedias a averiguar si es verdad lo que les cuento o es que el profesor de literatura es un mentiroso más, como los telediarios, los políticos, los padres que al final eran los reyes o los juguetes, que siempre son mucho más pequeños que lo que aparecen en los anuncios.
4 comentarios:
Inteligencia emocional. Neuropsicobiología aplicada.
Como usted dice Ángel, hay que buscar maneras para ilusionarnos y que aprendamos y no para competir y ser clasificados en la aulas.
Los valores que deben destacar en la escuela son la solidaridad, la colaboración y la ayuda; el trabajo en equipo es fundamental, debemos ayudarnos para así compartir el conocimiento y el saber.
Cuando leo o escucho c o m p e t i r, me pongo enfermo, eso tiene que ser un invento del diablo, ¿verdad?
La escuela, cada día más, se parece una pole position donde luchan por llegar los primeros.
…y digo yo, no es más bonito, más justo y humano llegar todos la vez con el trabajo, la colaboración y la ayuda de todos ???
Como dicen por ahí, por mi barrio, pegadito a nuestro Monte Coronado, ,,tiene que ser CHUNGO para un niño ver y sentir como “fracasa” y los demás “no”, eso sí, en los estudios, en la vida no, aunque eso, eso es otra historia.
...si podéis, le dais un vistazo a ésta dirección de correo, http://desencadenado.com/2010/04/de-la-educacion.html
¿qué os parece?
http://esdesalud.wordpress.com/2010/12/17/el-tribunal-constitucional-niega-el-derecho-a-educar-a-los-hijos-en-casa/
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