2.6.12

Taller de reparaciones

Recuerdo aquellos tiempos en los que la gente tiraba coches, televisores, exprimidores de zumo, tirachinas y almireces en cuanto presentaban el más mínimo desperfecto. Eran los días de las tarjetas largas y el crédito infinito. Vivíamos en una burbuja, en un sueño dulce que un mal día se tornó en pesadilla.
En mis primeras visitas a Japón entré en las tiendas de electrónica de Tokio dispuesto a conmocionarme por la hipervanguardia tecnológica.  Imaginaba que encontraría robots regalando blue-rays o formatos de vídeo y audio inauditos e inéditos por aquí.  Pero cuál fue mi sorpresa cuando empecé a ver cintas de VHS y casetes de aquellas del volver hacia atrás con las estrías del boli Bic.  Y no estaba en un país en decadencia (fue mucho antes del funesto 11M y el posterior problema de Fukushima).  Me preguntaba por qué en la meca de la electrónica se reparaba y se reutilizaba tanto cacharro.  Más tarde por otras vías encontré una respuesta cultural y antropológica en el concepto wabi-sabi, que ya expliqué en otra entrada.
Pues bien, ahora nos toca en España volver a los talleres de reparaciones.  Lo primero que quizá haya que reparar sea el país entero, sus privilegios, sus concordatos, sus autonomías, sus centralismos, su banca, sus desigualdades sociales y regionales, su posición en los festivales de Eurovisión, su nivel de desempleo, su economía sumergida, su identidad global...
España como problema, he ahí el tema del 98 que vuelve.  Cambien Cuba por Marbella, el Maine por Bankia y a Hearst por Merkel. ¿Estamos a las puertas de un nuevo regeneracionismo?
En la revista de la OCU leo un artículo sobre talleres de reparaciones de ordenadores. Acabaron los tiempos de cambiar de PC cada dos años.  Acabaron los tiempos de mandar a los viejos a los asilos. Olvídense de pasarse de una compañía de teléfonos a otra para conseguir un mejor terminal.
Es tiempo de visitar los trasteros, de lañar (1) los botijos, de sacar las cajas de la costura, de visitar al zapatero (con minúsucula).  Es ya la apoteosis de la cinta aislante y la masilla reparadora.


1)Trabar, unir o afianzar con lañas un objeto.

1 comentario:

Licuadora de letras dijo...

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