Los pétreos estoicos, los relativistas budistas, los resignados cristianos, los sombríos autores del Eclesiastés, todos vienen a decir que es imprescindible saber superar el sufrimiento, que, por otra parte, es inherente a la existencia humana.
Así lo he intentado en estas dos semanas y así lo seguiré intentando en lo que me quede por sufrir. Job, Buda, Bodidarma, el Nazareno y Nicholas Nassim Taleb han nutrido constantemente mis pensamientos y sentimientos ayudándome a sobrellevar el azar, el desconcierto y el dolor.
No quiero decir con esto que a partir de ahora vaya a comenzar a ver la vida como algo esencialmente amargo y desesperanzador. Al contrario, la actitud colaboradora, servicial, solidaria y profesional de muchos, empezando por la propia persona que era la causa y la razón, que diría Garcilaso por que llorábamos, me ha llevado a conocer la otra cara del dolor.
La sanidad pública andaluza me ha demostrado su alto nivel de profesionalidad. Los vecinos de habitación, una humanidad y amabilidad impresionantes. Muchos colegas se han preocupado por mi estado y han hecho mi trabajo con eficiencia desinteresada. Personas más cercanas han recorrido literalmente medio país y medio mundo para mostrar su apoyo y cariño. La fragilidad del cuerpo humano, que puede ser derribado por una ínfima mota de polvo, me ha recordado lo que yo y todos ustedes sabemos, pero ignoramos en el torbellino de los días y las horas, que cada instante que se vive es precioso en sí mismo.
Y la vida sigue, rumbo a nunca sabemos dónde, trufada de sobresaltos, de pesadumbres y de alegrías.
Nada mejor que un mal trago para aprender a saborear los deliciosos, pues, como dijo Ralph Waldo Emerson, "cuando el cielo está demasiado oscuro, entonces se pueden ver las estrellas".
1 comentario:
...la esperanza de volver a leer tus escritos, ha merecido la pena, me alegro y como decía alguien, claro, siempre será alguien, como decía alguien,,,bienvenido al club.
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