5.5.12

El consejero de turismo y yo

Permítanme contar una batallita.
Corría el cítrico-futbolísitico año 82 y acaba de entrar en la universidad.  Yo era un aprendiz de filólogo, un escritor en ciernes, un intelectual del poca monta, que paseaba su delgadez y su estupidez por los pasillos y aulas de la facultad de Filosofía y Letras de Málaga con total naturalidad.
Un día al salir de la clase de fonética que nos dictaba un profesor (que luego fue concejal del ayuntamiento y luego director del instituto Cervantes en Nueva York y más tarde diputado en el parlamento andaluz), nos cortaron la salida dos o tres estudiantes de cursos superiores.  Nos temíamos que se trataba de una prolongación extemporánea de las novatadas que habían tenido lugar a principio de curso, pero no.  Empezaron a hablarnos con prisas pero sin pausas de que por primera vez se iba a permitir a los estudiantes de la universidad formar parte del claustro y que pronto habría unas elecciones y que necesitaban gente comprometida que luchara por nuestros derechos y que había un catedrático de historia que había comprado las obras completas de Díaz-Plaja para el departamento y que eso no podía ser, que Franco ya estaba entre lilas y Tejero (insigne malagueño), entre rejas... Se autodenominaban "Estudiantes por el progreso".  Uno de ellos era Rafael Rodríguez, quien más tarde sería alto cargo de Izquierda Unida en el ayuntamiento en el que había sido concejal el profesor de fonética y fonología.
Total, que nos embaucaron y nos hicieron firmar a unos cuantos incautos y allí que aparecí en una papeleta electoral por primera y última vez en mi vida. Incluso tuve que asistir a un mitin y decir unas palabras.  "Estudiantes por el progreso" quería dejar claro que no pertenecía a ningún partido político ni sindicato y que sólo buscaba conseguir y afianzar derechos para los estudiantes. Cuando me dieron el micro yo dije (creo recordar) que era una persona independiente (lo cual no era cierto, como se podía demostrar por mi mera presencia en el escenario) y que no pertenecía a ningún club de fútbol ni cofradía.  Esta declaración de principios mía hizo mucha gracia entre el público asistente, pero poca entre los líderes del movimiento, que era gente seria que se tomaba su labor en serio.  Quizá mi tendencia a la ironía y el sarcasmo han impedido que me decantara por la acción política y siguiera siendo un españolito más, de los que despotrican del gobierno en la barra de un bar o de un blog.
Esta mañana veo que Rafael Rodríguez va a ser nombrado consejero de Turismo de la Junta de Andalucía. Me parece, como he dicho antes, un político serio, que ha demostrado su capacidad de gestión política en otras ocasiones. Seguiré sus pasos para ver si (¿cuando?) me defrauda.  Espero no encontrármelo cortándome el paso en la puerta del instituto para pedirme que vaya con él a vender hamacas, campos de golf o tablaos, aunque, ahora que lo pienso, ya lo he hecho en Japón sin que él me lo pidiera. Está visto que soy un tipo fácil. No tengo arreglo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo esos momentos, cuando yo te consideraba inaccesible. Lo que han cambiado las cosas, o no? Tú has seguido siempre dando batalla y demostrando que no perteneces a nadie. Solo a ti mismo. Enhorabuena y no cambies nunca.

Anónimo dijo...

Igual quiere venir a Japón a la SPAIN FAIR. Por supuesto que está invitado. Así verá lo que hacen por nuestro país aquí, por nuestra cultura y a ver si Andalucía empieza a estar entre las universidades hermanadas con las japonesas.