13.5.12

La noche de los ecófobos

Una puntualización etimológica antes de empezar: ecófobo significa "el que odia su/la casa", o sea, es un término que me he inventado para designar a aquellas personas que no pueden estar metidas entre cuatro paredes demasiado tiempo y que son propensas a apagar el wifi, la tele y el ipod y que se tiran a la calle a la menor ocasión.
Anoche fue una de esas en las que los ecófobos inundan las calles de las ciudades para ver, oír, comer y beber lo que sea.  La Noche en Blanco de Málaga 2012 estaba de ecófobos hasta la bandera: ecófobos en cola para comprar helado, ecófobos en cola para comer kebab, ecófobos bebiendo rioja, ecófobos en cola para ver una exposición sobre la sábana santa, ecófobos viendo flamenco en el café Central, ecófobos en cola para entrar al museo Picasso...
Como ecófobo aficionado asistí a varios eventos.  El primero, como no podía ser de otra manera, fue la actuación de nuestros ya conocidos Boleros Imperfectos.  Haciendo gala a su nombre, empezaron tarde, aunque por culpa de terceras personas, y les recortaron el show, lo que no gustó al respetable, trasladado ad hoc desde diversas partes de la provincia para oír el monólogo del vendedor de la enciclopedia definitiva del cante flamenco.
Más tarde nos tropezamos con un cuadro flamenco de grandísima calidad, Flamenkura, que tenía encandiladas a unas cien personas o más en el café Central de Málaga.
Y así fuimos rodando por actuaciones teatrales al aire libre, concentraciones de indignados en las que también había monólogos humorísticos y conciertos de rock setenteros.
Al final las estrellas fueron marcando el rumbo de vuelta a la cama de cada cual. Yo seguí a Cástor y Pólux que andaban por el poniente, camino de Nueva York y Jalisco.
Ahí van unas fotos para completar la información.

Cola para entrar a las tantas en el Museo Picasso.

Cola para entrar en la exposición sobre la sábana santa.

Boleros Imperfectos en La Cripta de Gaona.

Plaza de Uncibay atestada.

Barrenderos y futura basura.

Cola tipo kebab.

Vendedor de cartuchos de almendras, toda una institución.

Flamenkura en el Café Central.

Gente cansada junto al Andersen esperando que les cuente un cuento.

Concierto de piano majestuoso.

Monologuista indignado.

Revolución entre la diversión.

Tras uno de los muchos conciertos (plaza del teatro Cervantes).

Final redondo incívico.

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