Siempre he entendido que la educación es algo así como el conjunto de conocimientos que debe tener una persona para estar (saber estar) en sociedad. Esto incluye unas normas básicas de lo que antes se llamaba urbanidad o buenas costumbres y hoy llamamos convivencia: no matarás, no agredirás, no insultarás, no robarás, no quemarás contendedores, no discriminarás, etc. Además se pide a los ciudadanos y ciudadanas que conozcan los mínimos instrumentos intelectuales que son necesarios para vivir con los demás, tales como leer, escribir (firmar sin huella digital), oír, hablar, sumar, restar, multiplicar, calcular el TAE, usar Mozilla, saber el nombre de los políticos, pintores, escritores y músicos más importantes de la provincia, la comunidad, el país, la Unión y el mundo, aparcar y algunas nociones básicas de geología, derecho, anatomía, geografía, biología, gastronomía, inglés y otras materias simplificadas.
Otra cosa es la formación, que se podría definir como acumulación de saberes de carácter avanzado en múltiples ramas del saber. Hablamos ya de resolver ecuaciones con dos incógnitas, analizar sintácticamente subordinadas adjetivas sustantivadas, traducir la Eneida, formular química orgánica, saber la capital y la renta per cápita de Kazajistán, reconocer el aparato de Golgi a un golpe de vista, etc.
Entre estos dos conceptos se pueden dar varias combinaciones:
A) personas sin educación ni formación: desastres totales de ciudadanos, que suelen vivir en barrios muy marginales y que constituyen el ochenta por ciento de la población carcelaria. Dejaron la escuela a los doce, no sin antes robar un par de pizarras para hacer una candela. Salvo raras excepciones, estas personas surgen de familias que carecen de educación y formación desde tiempos inmemoriales.
B) personas con educación pero sin formación: ahí anda más de la mitad de la población española. Son esas abuelitas amables que vivieron tiempos espantosos de penuria, pero que no dudan en hacerle un bizcocho o un potaje de lentejas al primero que entra por las puertas de su casa. También suelen poner a disposición de su hijos/-as, nueras/yernos, nietos/-as sus exiguas pensiones, una vez que estos han pasado a engrosar la cifras crecientes del desempleo. Son la reserva espiritual del mundo.
C) personas con educación y formación: ahí cree estar todo el mundo que ha terminado o empezado una carrera universitaria. Son personas que van al teatro, ven la 2, leen a Zafón o a Paul Auster y pagan sus impuestos y sus cuotas a alguna ONG. Muchos lectores de este blog se verán inlcuidos en este grupo.
D) personas con formación pero sin educación: Se trata de individuos/-as que en muchas ocasiones parten de una situación social privilegiada y que han estudiado en Suiza o en Harvard. Visten a la última, viven en las calles más caras de las ciudades, van a la ópera bajo abrigos hechos con pieles de animales salvajes asesinados, hablan varios idiomas, pero carecen del más mínimo sentido de la solidaridad, la convivencia, la fraternidad y la decencia. Cuentan que muchos de los jerarcas nazis eran hombres de gran formación y cultura, que escuchaban a Wagner mientras le daban a la palanca del gas. Los dictadores argentinos lanzaban insurgentes desde los helicópteros recitando versos de Borges.
Hoy día se dedican a la bolsa y arruinan países con un control+z momentos antes de comprarse el último Van Gogh. Ya lo dijo Serrat en aquella canción: "entre esos tipos y yo hay algo personal".
La escuela pública se encarga (o ha encargado) con mayor o menor éxito de los apartados A, B y gran parte del C.
3 comentarios:
Después de lo que dices y como lo dices, no cabe, por mi parte, comentario alguno, sólo felicitarte y agradecerte que tú, al menos, expreses de ese modo tan claro y sutil lo que yo pienso pero no soy capaz de expresar o escribir.
No tenía el gusto ni el placer de "conocerte" -ya te contaré- y estoy ahora fascinado de hacerlo
...enhorabuena.
Por cierto, para "desgracia" y frustración mía, pertenezco al grupo B, eso sí, no soy abuelita ni abuelito, aunque con 42 años ya va uno "pa viejo".
Hijo, qué lucidez matemática. Esa división del mundo en cuatro grupos te ha salido clavada. Lástima que A,B y C no se alíen para dejar a D "como lagarto machacado por los niños" en palabras de Lorca.
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