El primer ministro de Japón está apareciendo en público vestido con un mono azul y un boli en el bolsillo. Nadie duda de la cantidad de horas que estará trabajando este hombre, pero el atuendo coyuntural parece un intento (prescindible) de aparentar que trabaja, en la línea del viejo adagio de la mujer del César.
En España hacemos lo contrario: casi nunca trabajamos y siempre aparentamos estar haciéndolo.
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