Nos lo tragamos todo y no soltamos nada. Acaparadores de grasa y detritus, de dinero y de experiencias, de conocimiento y de angustia (ya lo dijeron El árbol de la ciencia y el Eclesiastés: "Quien añade sabiduría añade dolor").
Contra el desprendimiento zen, contra el "abandono" místico cristiano, contra la sumisión islámica, contra el beatus ille horaciano, contra el jardín epicúreo, nos erigimos en los manipuladores, recolectores, productores y poseedores del universo.
Tenemos los trasteros y los vientres a punto de reventar.
Esta situación me recuerda aquel viejo chiste escatológico: "¿Egoísta yo? Una mierda para mí".
1 comentario:
O aquel famoso poema de Fernando Merlo que decía:
Porque soy poeta incluso cagando
quiero dar, os doy,
una poca de mierda.
La demás para mi.
El comentador de Ocaña
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