26.4.11

Anagnórisis poética


Esta mañana he vuelto al instituto.
No a aquel en el que trabajo, sino a aquel en el que estudié. Lo primero que les he dicho a los alumnos, al público, es que yo soy del Sierra Bermeja, aunque esté (trabajando) en otro.
Carmen Prados, mi profesora de literatura de segundo de B.U.P. todavía en activo, ha hecho una introducción conmovedora recordando aquellos años ochenta en los que teníamos más pelo y menos barriga. Pero sobre todo ha traído a la memoria la figura inimitable, carismática y querida de Dámaso Chicharro, el profesor y amigo que nos metió a todos en este mundo de la poesía, la literatura y las artes en general de una manera extra-académica, convincente, humana.
El recital ha ido bien. Los alumnos han aguantado mis ideas, mis peroratas y mis poemas. Unos han gustado más y otros menos, como siempre pasa en estos casos, pero en general ha sido una hora agradable en la que me he sentido como en casa y que, quiero creer, ha servido para abrir un poco los horizontes de los chicos y chicas que me han escuchado.
Al final Carmen ha pedido a mi amigo Emilio Lobato que cerrara el acto con unas palabras y ha sino un gran colofón. Emilio ha corroborado algunas ideas que yo he expresado y ha animado a los jóvenes a que lo pasen tan bien como lo pasamos nosotros, explorando el mundo de la cultura de manera vitalista y divertida.
Gracias a todos, a Carmen, a Celia, a Emilio, a los alumnos y a los profesores que han prestado sus horas de clases.
Al final Celia nos ha hecho una foto a Carmen a Emilio y a este que les habla delante de la ya mítica pintada de Epicuro, comentada en otra parte de este blog.
Antes del recital hemos repartido unas fotocopias de algunos poemas, que coloco aquí para los que no los conozcan:


YAHVÉ AIRADO DA INSTRUCCIONES A NOÉ


Esto no es, Noé, lo que aquel día

pactamos a la sombra de un manzano:

Yo te creo a mi imagen, ser humano,

y a cambio tú me rindes pleitesía.

Pero vas con reptil alevosía

me hurtas el huerto, matas a tu hermano

y me alzarás un dedo, orgullo insano

de babilónica albañilería.

Hasta el triángulo estoy ya del pecado:

así que una paloma mensajera

pon al mando de todo lo creado,

vete haciendo de clavos y madera

un barco antidiluvios con tejado,

úntale pez y ciérralo por fuera.



GREASE


Después de aquel verano de promesas,

ocasos en la playa y arrumacos,

el chulo se enamora de la chica

que más odia la grasa y lo grosero.

Cuando fue la anagnórisis del insti,

él dice que qué va y luego llora.

Pero ella, que parece, mas no es tonta,

ve que jamás el chico de los cueros

cambiará las culatas por caricias

(la tribu de tupés lo exiliaría),

así que se disfraza de macarra

y agazapa instintos maternales.



ULISES MONOLOGA EN LA PLAYA DE ÍTACA


Después de tantas vueltas y revueltas,

de exponerme a las iras de los dioses

por una espartana casquivana,

de mentir por sistema, de caer

en brazos de una ninfa nigromante,

de oír los dulces cantos de sirenas,

de cegar como nadie a cierto monstruo

y libar vino oscuro en tantas playas;

uno arriba a ésta, que, me dicen,

es la mía, la última que piso,

y siente que los otros que uno ha sido

son más uno que el uno que ahora llora.

Seguro que un rapsoda de gran vista

se lía a hacer hexámetros, se forra

a mi costa y presenta mis tropiezos

como hazañas de un héroe,

nostálgico enfermizo del retorno.

No existen los regresos, a lo más

las falsas anagnórisis

filiales, conyugales o caninas.

Uno no es más que un mástil

que presta su desnuda soledad

a todas las banderas.

Uno no es más que el poste del que cuelgan

las cosas que le ocurren.

Uno no es más que el uno cuyos múltiplos

son todos los sucesos.



1 comentario:

Alberto Uribe dijo...

Epicuro en Ciudad Jardín. La Urbe y el ruris. O el ager.
Oh, coroneitor, qué lujos nos traes todos los días. Los lujos del Nipón (-go ni quito rey) lejano y el Sierra cercano.
Muchas y genuflexas gracias