A fin de simplificar mi e-vida voy a anular el blog de fotografías, vástago de éste, y voy a traer las fotos aquí paulatina y esporádicamente.
Ahí va la primera, tomad "al azahar". Se trata de un bodegón sin frutas ni pavos, un momento entre delirante y patético, entre jevimetal y disneylizado, de máscaras en una tienda de disfraces. El reflejo del cristal, aparte de que difícil de quitar, le da un toque urbano-onírico que remata el disparate. El niño medieval parece un niño bueno y modosito de los que salían en las enciclopedias y tratados de urbanidad de los años cuarenta. El del pelo rojo se de un aire a viejo músico de rock de los setenta en pleno proceso de decrepitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario