
Cuando estuve en Israel pude comprobar la vigencia el Sabath.
En el hotel había dos ascensores. El normal y del Sabath elevator. Éste último los sábados se detiene en todos lo pisos, para que los creyentes del judaísmo no tengan que activar ningún botón, lo que equivaldría, según la interpretación de los modernos rabinos, a encender fuego, actividad prohibida en el Talmud. Un sábado se montó con nosotros, los gentiles, un niño en el ascensor "normal", cristiano, musulmán, hindú, zen, ateo... Gracias a lo que recuerdo del árabe, supe a qué piso iba y le di yo al botón. Me cuenta un amigo que en su bloque (en España) vive un rabino que se negó taxativamente a que se instalara un mecanismo que encendiera la luz del portal al detectar movimientos. Esto supondría que la persona en cuestión estaría activando una luz/fuego y sería un pecador en el caso de ser judío.
El sábado por la mañana era un suplicio ir al restaurante. No había nada caliente. Al final encontré una máquina automática que porporcionaba cafés más o menos decentes. Al parecer, los judíos acuden los sábados en masa a los restaurantes árabes, donde no tienen reparos en cobrarles por encender los fogones.
Contraste: el viernes anterior los musulmanes dejan sus tiendas un rato, van a la mezquita y vuelven al tajo: Business is bussines.
La noche del viernes, después de la puesta de sol, ya empieza el sábado y la carretera que está junto a la muralla de la ciudad vieja se presenta despoblada, cuando unas horas antes era semipeligroso cruzar por allí.
Leo una noticia de los integristas judíos que se lían a pedradas porque abren un aparcamiento en sábado. El barrio en el que viven,
Mea Shearim, tiene un cartel en la entrada que dice en inglés: "Los grupos de visitantes nos son bien recibidos". Entramos un poco, vimos a unos niños con casquetes mirando cómo trabajaban unos árabes en una zanja y nos salimos. Son tan radicalmente judíos que están en contra del estado de Israel, que a fin de cuentas es una creación de la política internacional, no de Yahvé, el todopoderoso. Curiosidad: los famosos rizos que llevan son para que cuando llegue el día del juicio final, los ángeles tiren de ellos y puedan alzarlos hasta el cielo. Qué dolor. Cosas veredes, amigo Sancho.
Nota: en la foto el Comentador de Ocaña travestido de ultraortodoxo judío, que no sionista.